miércoles, 31 de diciembre de 2008

La veille de l'année


Otra vez más estamos a 31 de diciembre. Llegará en breve el estrés, las ganas de presentar una mesa impecable para los invitados que tenemos en casa esta noche.

Todo el mundo tiene ilusión en esta noche, algunos dicen que es mágica, otros que sirve para empezar con buen pie. Yo, aun pecando de agorero, considero que es la noche más triste del año. Supuestamente todos hacemos balance de las cosas buenas y malas que nos han sucedido este año, de las personas que han aparecido en nuestras vidas, de las que se han ido, de las que han vuelto, en fin, creo que hoy se hace balance de todo lo no material que hemos acumulado a lo largo del año, pero al mismo tiempo se acaba otro año.

A mí me entristece, fue un año muy difícil para mí, aunque no lo parezca, todo mi mundo se cayó, y hubo algún momento en el que pensé que no saldría airoso de mis obstáculos. Me equivoqué. Hubo momentos en los que lloré y mucho, sobretodo recuerdo cuando a finales de enero, desde Francia me humillaron como en mi vida, hacia mucho que no lloraba casi dos horas sin parar. Mi proyecto se venía abajo, pero sobretodo, el que se vino abajo fui yo. Gracias al destino, la suerte o mi cabezonería, conseguí superar el bache gracias al apoyo de mi familia y de mis amigos, entre las que destacan mis cinco increíbles griegas y mi única amiga francesa.

La verdad que si bien el año fue difícil para mí, tanto por el hecho de los estudios, como de vivir en un país diferente, como de empezar a salir del armario con las personas de máxima confianza, he de reconocer que también he tenido muchas alegrías. Podría resumir el 2008 como el año viajero, porque me he recorrido media Europa, teniendo en cuenta que en un mes y pico terminaré mis estudios, y tendré que ponerme a trabajar. No existirán nunca más los veranos de tres meses de vacaciones.

En resumen, el 2008 fue un buen año, sólo el aspecto sentimental se me resiste. Al 2009 evidentemente no le voy a pedir encontrar el amor de mi vida, en verdad creo que es lo que peor me vendría en estos momentos, le pido algo que creo que es la base de todo: SALUD. Para mis abuelas sobretodo, puesto que aunque sé que a mejor no van a ir desgraciadamente, que se mantengan con salud, porque las quiero a mi lado.

También para mi familia, que aunque discutamos mucho los cinco, sin ellos mi vida sería infinitamente peor. Y por último, salud para mis amig@s, y toda la gente a la que aprecio, que si bien a veces no sé demostrarlo como debería, me desvivo por los míos, por tener detalles, por intentar animar cuando no están bien. No soy un santo, ni pretendo serlo. Soy un paranoico empedernido, y dentro de que no estoy orgulloso de ello, creo que si las personas se preocuparan más de las consecuencias que traen sus actos, todos nos veríamos beneficiados.

Feliz 2009!! Disfrutad de esta noche pero ante todo, empezad el año con buen pie!

sábado, 27 de diciembre de 2008

Juan, a la mesa!


“Juan, a la mesa”. Así empezaba para él la cena de Nochebuena. Todos sus familiares estaban ya alrededor de la gran mesa, todos excepto su abuela, que estaba a su lado.
Hacía ya tiempo que era Juan el que se quedaba al lado de su abuela, para hablar con ella mientras el resto se preocupaban por sus regalos, o incluso por no tener que ayudar ni molestarse por nada.

Como todos los años desde que Juan tenía uso de razón, Papá Noel llegaba a su casa antes de la cena. Eran muchos nietos los que había en esa casa, pero rara vez en los últimos años, alguno de ellos “perdía” el tiempo en escuchar a su abuela, es más, muchos aseguran que la abuela de Juan no habla. Cierto es que nunca fue una señora que contara batallitas a sus nietos, pero Juan la quería mucho, por el hecho de que siempre se llevaron muy bien. Es una compenetración difícil de entender, pero les ha llevado a librar muchas batallas juntos (y al unirse la juventud con la experiencia, salieron victoriosos de casi todas).

Este año fue algo diferente. Juan conoció a la novia de uno de sus primos, y escuchó relatar por boca de su abuela el encuentro que ésta tuvo con el novio extranjero de otra de sus primas. Lo curioso fue el choque de ideologías, la abuela de Juan, es xenófoba, pero no en el sentido de que desprecie a las personas de otras razas, sino que no quiere que éstas entren a formar parte de su familia. Juan tuvo que escuchar algún que otro despropósito, en detrimento de los halagos que su abuela otorgó a la novia (española) de su primo.

El momento más angustioso de la noche, y que desde entonces no ha parado de dar vueltas a la cabeza, fue cuando su abuela, con toda la inocencia y la buena intención le preguntó:

“Y tú, ¿cuándo me vas a presentar una novia?”

¿Cómo reaccionar ante esta pregunta?, la respuesta Juan la tenía clara, nunca. Pero el precio de dar esa respuesta era demasiado elevado, prefería callar para no mentir, prefería cambiar de tema antes que defraudar a su abuela.

Juan quedó marcado por aquella pregunta, y durante toda la cena, intentó pensar en otras cosas, pero fue incapaz. Al terminar la cena, y tras jugar un rato con sus primos, se despidió de éstos hasta la próxima, puesto que su familia y él tenían que volver a casa. Una vez llegaron, Juan acompañó a su padre al garaje a dejar el coche, y durante el camino hacia su portal, hablando un poco de todo lo acaecido durante la noche, llegó el momento de comentar la opinión que les causó la novia de su primo. Lo que no esperaba es que su padre le hiciese un comentario:

“Un día serás tú el que nos presentes a todos a tu novia”

Ni que decir cabe que ya no había solución, estaba claro que esa noche Juan no dormiría, es más empezaba a sentir un nudo en el estómago porque empezaba a no entender la bola de mentiras que estaba creando, y no por el hecho de mentir, sino por no aclarar aquellas respuestas que debía haber dado en su momento. No quería decepcionar a su familia, no quería ver la vergüenza en el rostro de su abuela al escuchar la frase:

“Abuela, soy gay, así que en todo caso algún día, cuando lo tenga, te presentaré a mi novio”

¡Feliz Navidad y Prospero 2009!

domingo, 14 de diciembre de 2008

Quedate a mi lado


Hay algo más duro que tener que despedir a tu madre?

Yo, creo que sí. Tener que despedir a un hijo.

Ya la había visto, pero aún teniendo claro el concepto de la película, me sigue impresionando, hasta tal punto que ya no solo se me eriza la piel en el momento de la foto "familiar", sino que las lágrimas consiguen traspasar la barrera de mis ojos.

Creo que yo no seré jamás capaz de tener el valor para despedir a un familiar. Por eso me niego a perder más tiempo, más oportunidades de que influyan en mi persona para no olvidarlos jamás.

“Existimos mientras alguien nos recuerda”
Carlos Ruiz Zafón, la sombra del viento

viernes, 12 de diciembre de 2008

Hula girls


Como si de un cine se tratara, hoy me puse a ver esta película en mi habitación. Jamás había oído hablar de ella, no sé si tan siquiera ha tenido promoción en España, pero el caso es que encontré el título entre los millares de películas disponibles a descargar, y después del buen sabor de boca que me dejó la película “los niños de Huan Shi” decidí dar un voto de confianza al cine oriental, dejando de lado las artes marciales.

Reconozco que normalmente cuando me pongo delante de una pantalla para ver una película, lo que básicamente espero de ella es que me entretenga. Cierto es que no confío nada en el cine español, quizás por la fama que carga, declarándome fiel seguidor de las denominadas comedias románticas, aunque sepa el final antes de empezar. Al mismo tiempo y aún tachándome de infantil, no encuentro películas mejores que las de Disney, si bien he de reconocer que los clásicos son de una mayor calidad. Tengo claro que si quiero evadirme de mi realidad, dejar de dar vueltas a todo lo que hay en mi cabeza (incluidas las historias que creo, debidas a los más ínfimos detalles que observo a mí alrededor), no hay nada mejor que una película, a poder ser con un buen bol de palomitas.

Por lo tanto y aunque mi criterio cinematográfico no sea del agrado de muchos que me tachan de tener mal gusto, os insto a ver esta película. Quizás después de verla no estéis de acuerdo conmigo, pero estoy seguro de que al menos os habrá hecho valorar algunas cosas. No viene al caso mencionar los aspectos de mi vida que han sonado en mi cabeza al ver la película, simplemente creo que al igual que me pasó con “sweet sixteen”, hay muchos largometrajes de los que no oí hablar, y dentro de que no son mi típica película de domingo por la tarde, merecen ser vistas.

Lo único que echo en falta, es tener a mi lado algún amigo o familiar, para después de ver una película, comentarla. Sé que parece una idea extraña, posiblemente jamás os lo hayaís planteado antes, pero este tipo de películas a cada uno le llegan de una manera diferente, y en mi opinión es una forma ya no sólo de tener una conversación diferente, sino de mejorar la película con otros puntos de vista, e incluso descubrir detalles hasta ahora desconocidos de mi interlocutor.

Así que si alguien se anima a verla y después le apetece comentarla, aquí estaré, desde el otro lado de la pantalla del ordenador, posiblemente viendo otra película desde mi pequeña habitación parisina.

jueves, 11 de diciembre de 2008

El reto de la soltería



Eran las 8 de la mañana y sonó el despertador, mis ojos todavía estaban hinchados cuando bruscamente salí de mi sueño, una sensación rara me atravesó toda la columna vertebral. No puedo explicar cómo, ni tan siquiera yo mismo pretendo entenderlo, pero esta noche en mi sueño habían aparecido muchas personas, casi todas amigas íntimas mías, para aconsejarme. No sería raro, si no fuese porque estaban mis griegas, que no hablan español, y no puedo dilucidar en qué idioma se produjo, pero tengo claro que todos estaban juntos y es más, hablaban entre ellos. Me sorprendió no ver a caras oficialmente importantes para mí, y ver otras que si bien no son amigos, les tengo un aprecio tal que puede que en mi subconsciente si lo sean.

La conversación no fue metafísica, tenía claro cuando me fui a dormir que esa noche sería diferente, que mis sueños no serían banales como tantos otros días, sino que intentarían ayudarme a encontrar la solución, a encontrar de alguna forma el camino a seguir. Algo había pasado horas antes en mi cabeza. Intentando ayudar a mi única amiga parisina a sobrellevar lo que ella llamaba soledad, me di cuenta de que la dejé toda mi energía positiva, para quedarme yo con la sensación de soledad. No me dio miedo, es una compañera fiel en mis viajes, pero esta vez me enseñó una imagen que jamás había querido ver. Era yo, o alguien parecido a mí, con bastantes años más, en una casa grande, pero lo que me dolió fue que no había niños, ni siquiera una persona a mi lado.

Fue la dura realidad de comenzar a asumir que quizás el amor no entra en los planes hechos para mí, que quizás el destino ha decidido retarme a vivir en soledad. Evidentemente, no es mi objetivo en la vida, es más, antes de cerciorarme que soy gay, quería tener cinco hijos, ya tenía sexo y procedencia de ellos. Jaimito sería el mayor, después vendrían los mellizos, para posteriormente adoptar a una chinita y a un africano. Todo esto se había ido al traste con el primer beso que di a un chico. Por lo que ahora, tampoco sería de extrañar que el destino me siguiese sorprendiendo, trastocando los planes hechos.

Según me vestí para coger el metro que me llevaría a clase, tuve claro que aunque sería más difícil, no iba a permitir que este nuevo reto me deprimiese. Al fin y al cabo, en caso de quedarme soltero, no tendría pareja, pero solo no estaría, tengo amigos, familia que sé que están a mi lado y con los que puedo contar si los necesito. Así que al llegar a mi destino, la clase, en mi cara había una sonrisa de aceptación, de autosuficiencia. Tuve clara una cosa, no iba a dejar pasar los días esperando que me sucediera una auténtica historia de amor, quizás esta nunca llegará, pero disfrutar de la gente que está a mi alrededor así como de los lugares a los que me lleve la vida, aún estando solo, serán experiencias igualmente enriquecedoras, y por qué no, a lo mejor un día me encuentro con la imagen que me enseñó la soledad, y lejos de estar triste, consigo ver todas las fotos que cubren mis estanterías, arropado por mis amigos y familia, mis compañeros fieles en este viaje que es la vida.

martes, 9 de diciembre de 2008

Soledad : Consentida o Impuesta?


Amanecí a las 11 de la mañana, era martes 9 de diciembre, debería estar contento pues a través de mi pequeña ventana parisina, caían copos de nieve, que quizás cubrirían los alrededores de los monumentos, volviéndolos si cabe más impresionantes.

Digo debería, porque no lo estoy. No sé cómo definir mi estado de ánimo, sé que quedan pocos días para Navidad, sé que he tenido la suerte de que tanto mi familia como dos amigas hayan venido a verme desde el jueves hasta hoy. No hace falta que entre a valorar estos días, puesto que si hubo algún momento en el que pensé que no podría con tanto ajetreo, después me di cuenta de que a partir de ahora tengo más sitios “emblemáticos” que visitar. Bares, calles, iglesias, restaurantes, hoteles. Sin fin de esquinas de la ciudad en las que pasaron las cosas más inverosímiles que pueda imaginar. Todos esos lugares se han vuelto por siempre jamás recuerdos en mi memoria.

Sonaría prepotente si digo que estoy un poco cansado de los monumentos parisinos, y en verdad así sería, si los hubiese seguido visitando solo. El sábado fui con mi familia al Sagrado Corazón y el domingo volví a ir con mis amigas. No fue igual, con cada uno de ellos el momento fue mágico a su manera, irrepetible aunque pasase por las mismas calles, diferente aunque las fotos estén hechas en los mismos sitios. Me di cuenta que no son sólo los monumentos los que hacen increíble esta ciudad, sino la magia que rodea cada situación.

Puedo decir bien alto que he sido feliz, me he dado cuenta de que si bien estoy prácticamente solo en esta ciudad, no es así en lo referente a mi vida.

He estado pensando toda la noche acerca de este texto que iba a escribir, quería que llegara ya la mañana para ponerme delante del ordenador y comenzar a escribir bajo este título que tan claro tenía. Soledad, cierto que creo que lo hago por miedo, evidentemente en un inicio era impuesta, pero ahora tengo un extraño sentimiento que me impide abrirme a nuevas personas, no sé si por el hecho de temer que sean pasajeras, o por el burdo sentimiento de traición que me viene a la mente, al pensar que podría confiar en gente nueva, desatendiendo a aquellas personas que han vivido muchas situaciones conmigo. Por lo tanto, ahí me queda la duda, ¿es una soledad consentida o impuesta por mi cabeza?

París, quién me diría que después de tanto esfuerzo por conseguir tenerte en mi vida, no significarías ni la mitad de lo que es tener cerca a los míos. Soy romántico, quizás incluso demasiado, lo que hace que con mi maldita sensibilidad, me pasee por tus calles soñando con un día en el que te visitaré de la mano de alguien. Desconozco si ese sueño se cumplirá, en verdad empiezo a no creer en el amor verdadero. Sin embargo, siempre estarás en mi cabeza cuando quiera recordar buenos momentos vividos.

Vuelvo a estar solo en mi habitación, con todos los recuerdos en mi cabeza, con todos los buenos momentos en el paladar, pero al mismo tiempo, con la sensación de soledad, con el miedo a salir a la calle sin la certeza de que tú estarás a mi lado no protegiéndome, sino apoyándome para no tener miedo a tropezar. En definitiva, esta sensación agridulce que corre por mis venas siempre que se acaba una visita.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Really Madness!

Locura, así denomino al reto que me he propuesto hoy.
He publicado 4 relatos tras esta "explicación"

*El reflejo
*Un café a tu lado
*El día D
*Vacaciones al aire libre

Cual es lo diferente a los otros relatos? Simple, en cada uno de ellos he intentado meterme en la piel, e intentar expresar lo que creo que sienten/piensan personas que sé que les gusta leer lo que escribo. No hay muchas personas que lean este blog, por lo que aconsejo a cada una de las personas que lea los 4, quizás he conseguido que os identifiqueis con alguna. Si es así, dejad un comentario en dicho texto, PUEDEN FIRMAR PERSONAS QUE NO TENGAN BLOG!

Veremos si conseguí mi propósito. Evidentemente hay muchas cosas que he desarrollado utilizando mi imaginación, pero la base de cada argumento, está en MI percepción de cada uno de vosotros y lo que yo pensaría si estuviera en vuestro lugar.

Besos

El reflejo


¿Por qué las cosas no me salen bien? Es un poco incoherente empezar así, pero llevo ya unos meses en los que he perdido el rumbo, en los que verdaderamente cuando me miro al espejo veo a una persona que no soy yo. Mi reflejo está en el suelo, que es donde tengo últimamente la autoestima.

De nada me sirve compadecerme, y seguir creyendo en un mundo fantástico y espectacular donde lo que premia es hacer el bien. Me he cansado, cada uno va a su bola, cada uno no mira más que por su propio beneficio, y lo único que he conseguido hasta el momento es llevarme decepciones. No pretendo ser la mejor persona del mundo, simplemente pretendo que lo que hago se me valore, que si me esfuerzo en determinado aspecto, me gustaría recibir por lo menos cada cierto tiempo algunas palabras de ánimo.

Los días se me pasan rápidamente, y hay momentos en los que no tengo claro si los estoy desperdiciando, esperando que pase lo que sueño. Tengo que reaccionar, tengo que centrarme en lo que quiero, valorar adecuadamente cada sentimiento y cada persona que coexisten en mi cabeza.

Tengo fallos, los cuales acepto. Entre ellos que soy cabezota, y a veces mi genio acaba sacando de quicio a mis cercanos, pero al mismo tiempo, lo utilizo como máscara para evitar más decepciones. Cierto, a veces no me acuerdo de desenmascararme delante de las personas que verdaderamente me quieren y termino hiriéndolas, pero otras veces son ellas las que hacen lo mismo conmigo, ambas partes lo hacemos involuntariamente, pero el daño queda ahí.

Ahora vienen épocas tradicionalmente felices, en las que espero tener tiempo para reflexionar, lo cual no quiere decir que me vaya a quedar en casa sin salir, simplemente espero poder empezar el año con las ideas y propósitos claros. Quiero volver a ser yo, quiero volver a verme en el espejo y sentir que esa persona soy yo, volver a tener la sonrisa casi permanente en mi cara. Tengo ganas de coger el próximo tren que pase, comenzar a disfrutar de cada momento, sin ponerme metas tontas, ni hacer planes estúpidos que en mi cabeza siempre salen bien, pero que en la realidad siempre se fastidian.

Este año que empieza, va a significar muchos cambios para mí, quizás tenga que terminar de una vez mi juventud para introducirme de veras en la realidad que vivimos, en valorar lo que vale cada cosa, dejando claro que por “cosa” no considero sólo lo material, puesto que tengo claro que la soledad que me acompaña desde hace un tiempo, no va a desaparecer por muchos regalos que me hagan.

Para todos los miembros de mi familia y para mis amigos, lo único que pido es que tengan salud, que tengan confianza en sí mismos, y que tengan claro que si en algún momento necesitan alguien que los escuche, ahí estaré. Para el resto de las personas que conozco, incluso aquellas que a las que no aprecio precisamente, no les deseo nada malo, sólo que aprendan a vivir y dejar vivir. ¡Feliz Navidad y Prospero 2009!

Un café a tu lado


Ya estamos en Navidad, cuando salgo por la calle, ahora que anochece demasiado temprano, ya veo las luces que la anuncian, también se nota en los escaparates, incluso en la gente, que ya no sólo va más abrigada, si no que se empiezan a ver bolsas y bolsas con paquetes bien adornados.

Este año, es la primera vez que en estas fechas resido en esta ciudad, y dentro de que ya estoy sumido en el caótico ritmo de la metrópolis, siempre encuentro rincones de las calles donde pienso en ti, donde me paro a imaginar que estás a mi lado. Veo también múltiples cafeterías donde me gustaría tomar otro café como cuando me viniste a visitar.

No niego que hoy estoy optimista, que hoy creo en nosotros, que voy a seguir luchando por ti. Quizás esto se deba a que ayer me terminé durmiendo bajo un mar de lágrimas. Sí, hay veces en los que el hecho de no tenerte a mi lado me hace flaquear, en los que me planteo si merece la pena todo el esfuerzo que estamos haciendo. Nunca he sido una persona que creyese en las relaciones a distancia, pero cierto es que la vida siempre está para sorprenderme y ponerme retos.

Por suerte estamos en la era de la comunicación, y la distancia ya no significa no poder sentirte, puesto que aunque no sea lo mismo, tenerte por lo menos al otro lado del teléfono me da seguridad. Reconozco que hemos perdido romanticismo, que antes la comunicación de las parejas era más difícil, pero el hecho de recibir una carta de puño y letra es mucho más íntimo a mi modo de ver las cosas, claro que el poder tener noticias tuyas todos los días suple con creces ese aspecto.

Está acabando un año más, muchas páginas de mi vida he escrito, unas personas salieron de mi vida y otras entraron, ahora con la objetividad que me brinda el tiempo creo que tanto los aciertos como los tropiezos me están sirviendo para crecer, si bien reconozco que ya no estoy con muchos ánimos de seguir perdiendo personas a las que aprecio. Quizás este aspecto me haga ser mucho más selectivo con la gente, o por lo menos utilizar un periodo de cuarentena para intentar valorar los intereses de los que postulan a ser mis amigos.

Puedo decir, que me siento orgulloso de mí mismo. Es una afirmación muy contundente, pero creo que estoy dando los pasos correctos, o siendo más preciso, estoy dando los pasos que, dentro de la racionalidad, quiero dar. El estudiar lo que me apasiona me ha llevado a esta ciudad. Nadie dijo que sería fácil, pero tampoco nadie regala los sueños. Estoy seguro del camino que he elegido, habrá momentos en los que las cosas no me saldrán como quiero, o que incluso no veré las cosas con una perspectiva positiva, pero si por lo menos tengo la gente a la que quiero alrededor y la posibilidad de trabajar en mi sueño, ya tendré dos piezas clave en mi puzle particular de la felicidad.

Va a comenzar el 2009, no tengo demasiadas cosas que pedir para éste año, simplemente salud, para todas las personas de mi alrededor y para mí. Para el resto, aquellos que me hicieron llorar, pero sobre todo para los que me hicieron reír, ¡Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo!

El día D


Me acababan de nombrar. Me dijeron donde tenía que sentarme, supongo que lo harían de forma agradable, pero la verdad es que en mi estado, lo único que acerté a entender fue un dedo señalándome un asiento.

No era la primera vez que me ponía delante de un papel para demostrar lo que sabía, pero quizás si era la primera vez en la que no tenía tan claro que hubiese muchas oportunidades. Sabía que había trabajado, que el temario estaba bien ordenado en mi cabeza, puesto que soy una persona bastante maniática en este aspecto, y me gusta tener controlado lo máximo posible.

Llevaba ya un tiempo esperando que esto sucediese, si bien la noche anterior lo único que quería era volver atrás, coger el reloj de arena y hacer que unos cuantos granos volviesen al compartimento de arriba, para así tener más tiempo para prepararme. Me entró pánico, incluso estuve llorando, era efecto de los nervios que tenía, y quizás también en parte estaba el hecho de que no quería decepcionar a nadie, aunque por mucho que esto sonara bien en mi cabeza, tenía claro que era a mí a quien no quería decepcionar.

Ya era la hora, ya me daban el papel que podía encargarse de facilitar mi futuro, al comenzarlo a leer, me di cuenta de que mi pulso estaba alterado, no era capaz ni tan siquiera de coger el bolígrafo sin que me temblara la mano. Justo en ese momento, me pasaron muchas imágenes por mi cabeza, de mi familia, de mis amigos, de todos aquellos que me habían deseado “suerte” de corazón. Decidí que así no iba a conseguir nada, que tenía que afrontar con la mayor tranquilidad posible el reto que, justo en ese momento, tenía delante de mí.

Así lo hice, comencé con la primera pregunta, y me permití el lujo de pensar qué fácil era, hice una primera ronda contestando a aquellas que tenía claras, para posteriormente y con calma ir leyendo las dudosas. Siempre me ha pasado lo mismo en estas circunstancias, el tiempo pasa de una manera totalmente diferente a mi vida ordinaria, así que cuando tuve la certeza de que ya no sabía más preguntas, todo acabó.

Lo más sorprendente que percibí al salir de la sala fue que, ahora era libre. Todo el tiempo que había utilizado en prepararme había surtido efecto, porque tenía esperanzas. Claro que podía haberlo hecho mejor, pero la sensación de haberme defraudado no la tenía.

Ahora sólo queda retomar mi vida, retomar aquellos puntos que dejé al margen antes de embarcarme en este reto. Seguir dando paso a paso en los diferentes aspectos de mi vida. Soy joven, tengo tiempo de hacer locuras, sé que soy responsable, creo que es el momento de que me de algún capricho, y más aun teniendo en cuenta las fechas que se avecinan.

La Navidad para mí es tiempo de poder estar con la familia. La verdad es que espero que el año que viene podamos reunirnos los mismos que lo hagamos este año, significará que no hubo daños colaterales debidos al imparable tiempo. Para todos, ¡Feliz Navidad y que tengáis un buen año nuevo!

Vacaciones al aire libre


No sé cómo empezar, creo que hay veces que empezando por el final las cosas están más claras, así que ¡Feliz Navidad y Año Nuevo! a todos.

Estoy de nuevo intentándome acomodar a otra ciudad, no niego que echo en falta cosas de mi vida hace un año, pero al mismo tiempo, creo que estoy en la dirección correcta. Ya es hora de hacer algo por el futuro, las experiencias son siempre enriquecedoras, pero no toda mi vida tendré quien me subvencione mis sueños.

He cerrado una etapa para comenzar otra, quizás pensé que estudiar no me iba a atraerme, pero me equivoqué. Claro que hay días en los que me faltan mis amigos, o más bien casi tengo que decir mi familia, porque así los considero. Todos ellos están dentro de mí, tienen un hueco en mi corazón, sonara cursi, pero es así, los quiero y voy a hacer todo lo necesario para no perder la relación con todos y cada uno de ellos.

No he escrito todavía mis deseos para el nuevo año que vamos a comenzar. Espero que en lo académico las cosas me vayan bien, por lo menos tengo ganado el hecho de que me gusta lo que estudio. En cuanto a familia y amigos, lo típico de salud para todos, pero a ver si de una vez me toca a mí la china y encuentro una persona que quiera perder su tiempo conociéndome.

Creo no ser una persona muy materialista, o por lo menos, considero que hay aspectos bastante más importantes en mi escala de valores, que espero seguir afianzando este año. Un ejemplo claro, es hacer más estrechos los lazos de unión con algunos miembros de mi familia.

Hace unos días realicé una extraña actividad, hacía tiempo que no desconectaba de todo de una manera tan brusca, y debo decir que la experiencia fue como siempre positiva. Conocí a nuevas personas, o mejor dicho continué el proceso de conocerlas en el transcurso de las más variopintas actividades, que me llevaron desde convertirme en la niña del exorcista hasta cargar en un carretillo leña para calentarnos alrededor de la estufa.

Necesitaba algo como esto, puesto que había empezado a sentirme sólo, no encontraba personas que quisiesen quedar conmigo, no me refiero a que no tengo amigos, sino que éstos últimamente están ocupados, y se olvidan de sacar el tiempo que yo necesito.
Ese tiempo, si bien cada vez va siendo más escaso debido a las múltiples obligaciones que tiene cualquier estudiante, lo sigo reservando como mínimo cada fin de semana.

Es curioso darse cuenta de lo poco que necesitamos en realidad para pasar un buen rato, deberíamos tener más claro que la felicidad no es un estado permanente, sino que son momentos determinados en los que por azar consideramos que todo está bien.

Al fin y al cabo, la vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.

martes, 2 de diciembre de 2008

El me eclipsó


Llevaba ya dos meses de su nueva vida, dos meses en los que aunque había intentado adaptarse a las costumbres autóctonas no lo había conseguido. Unos días se lo tomaba con más ánimo, pero otros días, su habitación se le caía encima.

La diferencia entre unos días y otros, no era la película que se pusiera antes de dormir el día anterior, ni aquellos libros que le hacían soñar, ni tan siquiera en el clima totalmente inestable en el que estaba sumido, sino la confianza en sí mismo con la que se levantaba.

La vida de Juan era caótica, nunca sabía el horario que tendría la semana siguiente, ya no sólo porque éste era susceptible a variaciones, sino porque el hecho de recibir sólo conferencias, obligaba a acomodarse a las disponibilidades de los ponentes. Lo hiciese como lo hiciese, siempre iba corriendo en el metro, quizás también lo hacía para no quedarse atrás del resto, pero siempre terminaba agotado.

A mediados de su segundo mes, pensó que había encontrado un amigo, es más, incluso se creyó todas las mentiras que le contó, terminando por comportarse de manera romántica con aquella persona a la que creía que podría llamar amigo. La realidad es que fue utilizado, se sintió como si se hubiese prostituido de manera gratuita. Este chico, le llevó a plantearse el sentido de su vida, el sentido de no ser capaz de encontrar una persona con la que compartir los días, con la que compartir momentos, e incluso por qué no, con la que compartir besos.

Para colmo de males, Juan resultaba ser empático, y cada vez que veía una película romántica, terminaba queriendo encontrar el chico de sus sueños, o simplemente deseando que por unos meses la realidad de tener un novio existiese en su vida.

Desistió, decidió que en su intento por encontrar amigos, sólo encontró personas que o bien querían acostarse con él, o que no se acordaban de las conversaciones que habían tenido el mismo día anterior. Posiblemente se equivocó al concluir que prefería seguir teniendo en la cabeza a aquel chico idealizado, para dentro de su mundo, no llevarse más decepciones.

Decidió centrarse en sus estudios, en intentar hacer bien los trabajos, así como en el transcurso de ellos mejorar las relaciones con sus compañeros. Se dijo que si no tenía amigos ni para tomar un café, que ya los tendría, y si no, por lo menos tenía claro que en su ciudad, es más, que en su país tenía personas que le querían, y que sólo quedaban 17 días para salir de fiesta por la capital a disfrutar de una noche típicamente española de diversión, quedándole después unas cuantas más para compartir con la gente de su ciudad.

Al fin y al cabo, el eclipse no dura por siempre.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El baile final


Eran las ocho menos diez de la tarde, acababa justo de llegar a aquel teatro que era totalmente desconocido para mí. Por suerte, había conseguido llegar antes de tiempo, puesto que no tenía claro siquiera la duración del viaje en tren. Quizás era una maniobra suicida, quizás la forma de sentirme bien conmigo mismo.

Sabía que él iba a estar allí. Más en concreto, él era parte del espectáculo, lo cual debía asegurarme su presencia, si no fuese por el hecho de que jamás me confirmó que se tratase de este jueves. Lo intenté averiguar, pero se negó a contestarme haciendo uso de eso que llaman “politesse française”, es decir, poniendo excusas vulgares.

Lo lógico hubiese sido tirar la toalla, dejar de una vez las cosas pasar, pero mi subconsciente se negaba a aceptar que hubiese gente tan mala, gente que lo único que buscaba era su placer personal, pisando a cuantas personas se encontrase por el camino. Fue ese el motivo que me hizo no desistir, e incluso tomar la determinación de vestirme de manera especial, para que si por algún despiste del destino nos cruzábamos o me veía, que se diera cuenta de lo que había dejado escapar, porque era la primera vez que me sentía superior a alguien.

Pueden parecer palabras duras, incluso puede parecer incoherente que si lo que tengo es rencor hacía él, vaya a ver su espectáculo, y todas estas dudas, me hacían plantearme si entrar o no al teatro. De todos es sabido que en este tipo de espectáculos, si llegas tarde, no te es permitido entrar hasta que haya un descanso, en mi caso, la duda era si entrar o si darme la vuelta y volver a casa.

Por primera vez escuché una vocecita dentro de mí, siempre había necesitado que alguien, alguno de mis amigos hiciese de mi conciencia, pero ésta vez, por fin fui yo y sólo yo quien decidió lo que hacer. Ya no quedaban esperanzas ni ganas de intentar conocerlo, simplemente quedaba el orgullo herido, pero este sentimiento no era nuevo, así que me armé de valor, y entré en el teatro, buscando un buen sitio para ver, pero sin ser visto.

La voz de mi conciencia, sólo me dijo una cosa. “No tengas miedo al fracaso, al fin y al cabo los únicos que fracasan son aquellos que lo intentan”.

martes, 25 de noviembre de 2008

Sabia pesadilla


Me desperté sobresaltado. Estaba sudando, y mi corazón no paraba de bombear a un ritmo frenético. Ya era la cuarta vez esta semana que soñaba lo mismo, y que me despertaba en medio de la noche para no volverme a dormir más. Fui al lavabo para lavarme la cara y beber un trago de agua, puesto que esta vez, todavía recordaba la pesadilla, y quería pensar en ella para intentar encontrar las formas de vencerla, de dejarla de tener miedo.

No puedo asegurar en que estación del año estábamos, ni siquiera la hora más o menos concreta del día puesto que estaba en un bosque demasiado frondoso incluso para adivinar si el sol estaba saliendo o poniéndose. Recuerdo que en medio del bosque, los árboles habían formado una especie de círculo. Eran 10 árboles, no lo olvidaré puesto que en cada uno de ellos había una foto de uno de mis amigos, con una fecha debajo, que ni por asomo era la de nacimiento de cada uno, puesto que eran fechas futuras.

Posteriormente, me fijaba en el centro de aquel macabro círculo, y había un pozo, algo extraño, puesto que por los alrededores no había ningún río, ni había ninguna población. Con mucho cuidado me acerqué a mirarlo, y me impactó la visión que tuve, puesto que no creo que fuese mi imaginación, pero al final, muy abajo, veía una luz. En un principio pensé que a lo mejor era un reflejo de la luz del día, después me volví a cerciorar de que no había ningún hueco entre el follaje de los arboles por el que pudiese entrar un rayo de sol.

Era mi sueño, así que creyéndome inmortal, baje por el lúgubre pozo, con idea de averiguar que había al fondo. Cuando por fin llegué abajo, había otra estancia totalmente circular, es más, idéntica a la formada por los árboles en la superficie, puesto que aquí había ahora 10 columnas en los lugares en los que previsiblemente estaban los troncos de los arboles. En el centro, la luz que yo veía desde arriba, era una pequeña hoguera, curioso que la estancia no tenía otra salida, y que el fuego se alimentaba de troncos, habría alguien ahí abajo?

Me dediqué a inspeccionar la estancia de manera minuciosa, y esta vez, talladas en cada columna, estaban las mismas fechas extrañas de arriba, pero con una diferencia, debajo de ellas aparecía una calavera. Los 2 primeros días me desperté en este momento de la pesadilla, suponiendo que significaba la fecha en la que cada uno de ellos moriría, sí, era la primera explicación que me vino a la cabeza.

Hasta que me di cuenta de que en algunos de los pilares, en vez de una calavera, había un símbolo que yo asemejé al de un sol. No recordaba a quien correspondía cada fecha, me empezaba a angustiar, debido al hecho de no saber salir de allí, puesto que aunque aparentemente fuese un sueño, no me estaba permitido volar para comprobar las identidades.

Me empezaba a desquiciar, ya no sabía qué hacer allí, no sabía cuánto tiempo llevaba dentro de aquel pozo, y lo peor de todo, es que no sabía cómo saldría de allí. No tenía ni hambre ni sed, y pude comprobar que los troncos no se consumían nunca. Cuando me fijaba en este hecho, pude ver una letra debajo de la pira, era una “A”.

Decidí mover los troncos para ver si debajo había alguna palabra o algún hueco por el que poder salir, pero al tocar los troncos, comenzaba a arder mi cuerpo, sintiendo un dolor indescriptible que me hizo despertar en ese momento las dos noches posteriores al inicio de mi pesadilla.

Ahora ya en la realidad, estuve pensando como sortear la siguiente noche el fuego abrasador, y se me ocurrió dormir esa noche con unos guantes, así que cuando llegué al mismo punto de las noches anteriores, pude mover sin problema los troncos ardiendo y leer la palabra que había en el fondo, “AMITIE”. Lo más sorprendente de todo fue que justo después de leerla, una cuerda bajó desde la superficie, y aún sin saber quién era la persona que me tendía una mano, no dudé en aferrarme a la cuerda y empezar a escalar. Al llegar arriba, vi a 5 personas que me resultaron familiares, 5 de mis amigos estaban allí. Se hizo la luz en mi cabeza justo en ese momento, por fin entendí lo que mi pesadilla pretendía enseñarme. Muchas personas pasaran por tu vida, de ellas, sólo algunas consideraras amigos, y dejaran una huella en ti, pero de esos a los que tu consideras amigos, sólo unos pocos estarán apoyándote y ayudándote a lo largo de tu vida, otros los perderás en el camino.

Tras haber comprendido el significado de mi sueño, ninguna noche posterior me desperté sobresaltado, es más, conseguía dormir de un tirón.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La importancia de los ojos!


No me importaba. Sí que me fijaba en lo que te hacías en el pelo, en si estabas afeitado o no, en como ibas vestido, si llevabas la colonia que tanto me gustaba, todo esto aunque no te lo decía sí que lo inspeccionaba cada vez, pero nunca decía nada puesto que no era ni mucho menos lo más importante. Eran esos ojos, los que me daban tranquilidad, los que hacían perder todo el nerviosismo, siempre te dije que en ellos veía algo especial, una luz diferente.

Creo que intenté explicártelo muchas veces, aunque en verdad pienso que en el momento en el que lo sientas, es cuando verdaderamente lo comprenderás. Eras mi amuleto, sabía que si estabas cerca de mí, todo iría bien, fuesen exámenes, reuniones, o incluso estando con los amigos. No hacía falta ni que habláramos, simplemente valía el hecho de saber que estabas.

Ahora echo en falta ver esos ojos, quizás me he vuelto a sumir en la oscuridad, pero estoy seguro que alguien vendrá, que otra persona me volverá a mostrar el camino a través de sus ojos, lo que tengo claro es que no era el momento, o sobre todo, no era la persona correcta, no eran los ojos que me tenían que guiar hasta el fin del mundo.

No es en plan melodramático, puesto que yo, tengo la suerte de tener muy buenos amigos, aunque no les pueda ver a menudo para tranquilizarme con sus ojos, están de una forma que tu no conseguiste alcanzar. Gracias a la amistad, tienen un hueco en mi corazón, y por ello, siento las cosas que me dicen, siempre sé que no me dicen lo que quiero oír, sino lo que debo saber.

Ya los tenía cansados de escuchar cosas de ti, incluso aunque yo sólo les contaba lo positivo, el hecho de que me sabías calmar, que sabías darme confianza en mí mismo, ellos mismos se daban cuenta de que la realidad no era tan bonita como yo la pintaba, antes incluso de que yo mismo llegara a esa conclusión.

No me sirve de nada arrepentirme, y no voy a borrarte de mis recuerdos, simplemente espero haber aprendido la lección, y no volver a caer en los encantos de unos ojos bonitos nada más verlos. Esto a mi me parece triste, puesto que cada vez que algo acaba, y sobre todo, cada vez que algo acaba y me duele, termino poniéndome una armadura más resistente, que hace cada vez más difícil el conocerme. Es más, ha llegado un momento en el que ya tengo hasta miedo de coger cariño a las nuevas personas que entran en mi vida, a sabiendas de que algunas de ellas se bajarán del autobús a medio camino, dejándome un hueco doloroso.

Querida Lorena


Querida Lorena:

Qué tal te va todo? La verdad que hace días que no sé de ti. Echo en falta las cartas que me mandabas el año pasado, todos los días esperaba ansioso el momento de ir a mi buzón para ver si había tenido ya la respuesta, para ver si había un sobre original en mi taquilla.

Cierto es que el año pasado, lo necesitaba mucho más al principio, necesitaba saber que estabais cerca, para afrontar el reto de comenzar a vivir en un país diferente al mío con un idioma que no dominaba para nada. Los días se sucedieron, y cada vez yo me encontraba más a gusto contándote mis cosas, tanto es así, que estuviste a punto de ser la primera en saber oficialmente que soy gay. Cosas del destino, la carta estaba escrita ya, pero termine cambiando el final, para no destronar a la que ostentaba el título de mejor amiga. El resto, ya lo sabes, estoy muy contento por ti, porque parece que las elecciones que vas haciendo, van teniendo resultados positivos, y orgulloso, ya no sólo por lo guapa que eres por fuera, sino por lo increíble que eres por dentro, escuchándome, intentando animarme cuando me dan mis bajones, aconsejándome cuando comienzan mis rayadas, en definitiva, siendo muy buena amiga.

Por aquí hoy ha nevado, y le ha seguido una tremenda tormenta, que ha impedido que saliera a dar una vuelta otro domingo más. Pero sin más, voy al grano. Se ha vuelto a conectar Miguel, prometo que ya no siento lo mismo por él, y lo digo en serio, pero echo en falta que me hable, que me diga cualquier bobada que me haga caer rendido a sus pies. Hace ya una semana de todo, y aunque creo que sigo siendo el chico de siempre, por lo menos ya tengo claro que por él no voy a sufrir más. Pocos como yo va a encontrar, pero lo que me ha demostrado, es que en la sociedad actual, y más explícitamente todavía en la sociedad gay, es más importante el número que todo lo demás, y prefiero anteponer mi orgullo antes que caer en los mecanismos a los que tanto he criticado. Volver a empezar, volver a intentar conocer más gente, para así tener amigos para salir de fiesta, me siento raro, puesto que lo más fácil sería acoplarme a la multitud española que hay aquí, pero me apetece hacer alguna amistad gay, más concretamente francesa, para seguir mi camino de aceptación.

Te puedes creer que ayer me propuse seriamente cambiarme de acera de nuevo? La verdad que la utopía duro poco tiempo, porque soy lo que soy, y te sonará extraño, pero cada vez me avergüenzo menos, al fin y al cabo, no hago mal a nadie (en todo caso, me hacen daño a mí). Si me hubieses oído hace dos años, cuando empecé a darme cuenta de que me atraían los chicos, ahora me darías un palmadita en la espalda, jamás pensé que llegaría a decir cosas de este tipo.

Espero como agua de mayo que llegue diciembre, vienen mi familia y algunos amigos a verme, me apetecería que tú vinieras también, pero por lo menos sé que te tengo al otro lado del ordenador. Aún con eso, yo también voy a casa en diciembre, y como está prometido, un día iré a Salamanca para verte, para seguir conociendo la ciudad, para intentar comer como una persona normal (es un reto) y como no, para salir de fiesta y pasármelo al menos tan bien como la primera y única vez que estuve en tu tierra.

Un besazo enorme, que te quiero un montón!

Felicidades Piercing :D


Estuve pensando toda la tarde de ayer como comenzar a escribir acerca de aquello que pasó hace ya un año. Era un 22 de noviembre, y estaba yo en la que por aquel entonces ya comenzaba a sentir como Mi ciudad, cuando tras haber aburrido a mis conocidos, decidí cumplir uno de mis sueños adolescentes, y llevar a cabo la locura más importante hasta el momento.

Con mucho miedo, llamé al número de teléfono que previamente había encontrado por internet, con la idea de concertar una cita. El señor que me respondió, fue mucho más amable de lo que yo esperaba, debido a que me hablo despacio para que pudiera entenderlo, cosa no muy frecuente entre la población francesa. Le pregunté si lo hacían, pero sobre todo, mi única intención era pedir hora. Ciertamente, ya tuve en su día hora para hacérmelo, porque cuando me da la vena valiente, me atrevo a eso y mucho más, pero la otra vez, en el momento de la verdad, me dio miedo, tanto por el hecho de que una aguja fuese a atravesar mi lengua, como por el hecho de los problemas que acarrearía al llegar a casa. Sin más el señor me dijo que allí no era necesario tener cita previa, que por ejemplo esa tarde no tenía nada, que si quería que fuese en un momento y me lo hacía.

Llamé a mis amigas para contarles que me iba a hacer el piercing, se asustaron inicialmente, y de seguido intentaron persuadirme para esperar a hacérmelo cuando ellas estuvieran, si bien estaba seguro que lo único que intentarían sería quitarme la idea de hacérmelo.

Visto y no visto, así fue el momento que tanto temía. No me dolió nada, si bien si dio un poco de grima el momento en sí.

El día siguiente, mi lengua era como una patata, no era capaz ni de sacar la lengua, pero siguiendo los consejos que el señor me dio, a los 3 días ya hablaba normal y comenzaba a controlar el hecho de tener un extraño en mi lengua.

Las caras de mis amig@s cuando se fueron enterando, no se me olvidarán jamás. Muchos de ellos no esperaban una acción tal por mi parte, pero casi ninguno opino negativamente.

Hace ya un año, es una bobada, pero FELICIDADES!, no tanto por el hecho que significó el hacerse el piercing, sino todo aquello que conllevo indirectamente, puesto que me sirvió para cancelar un recuerdo anclado en el día 22, así como para darme cuenta de que oficialmente podía hacer con mi vida lo que quisiese.

jueves, 20 de noviembre de 2008

El despertar


Era ya tarde, llegaba tarde a mi cita diaria con Morfeo, y todo por una razón. TU. Puestos a arriesgarse, pensé que si me hablabas, debía esforzarme al máximo para que encontraras la conversación interesante y así intentar tenerte más cerca.
Como siempre, todo esto ocurría a través del ordenador, era la única conversación que mantenía por el Messenger, puesto que ya eran horas en las que todo el mundo había recogido.

Una vez decidí irme, lo hice con el convencimiento de que dormiría bien, puesto que había conseguido mi objetivo, me habías hablado. Esa noche paso rápido, quizás incluso demasiado, porque no me dio tiempo a descansar, lo cual no hubiese sido un problema, si a la mañana siguiente no hubiese tenido aquel despertar. Creo que fue después de que sonara el despertador, a las ocho de la mañana, cuando tras darme una pequeña vuelta en la cama te vi, estabas a mi lado y me susurraste buenos días. No podía ser real, no podías estar en mi cama, pero aunque solo fue un segundo, me sentí la persona más feliz. ¡Te había conseguido!

Ahora sí que sonó realmente el despertador, y en mi cama solo estaba yo. La rutina diaria me esperaba, y me temía que por mucho que hubiese hecho un pacto de indiferencia, no iba a conseguir dejar atrás las ideas en mi cabeza. Tuve momentos de estrés debido a la agenda que me esperaba aquel día, en verdad se supone que me tendría que haber sentido mal por dicho agobio, pero gracias a él, no tuve tiempo de que mi cabeza volviese a su mundo, todo el día sin parar, para llegar de nuevo a casa y en la soledad de mis cuatro paredes volver a mi realidad, volver a pensar en todo, aún sabiendo que lo único que hacía era daño, y a la persona equivocada, a mi.

Decidí no conectarme, creí que así conseguiría mantener alejadas las ansias de hablarte, por lo que me dispuse a ver una peli desde mi cama. Pensaba que cualquier película estaría bien, pero gracias al destino, o a mi mala suerte, escogí una película romántica, que si bien por un lado me encantó, por otro lado, cuando acabó, me hizo pensar en ti, me hizo soñar con tenerte.

No creo que sea una persona rara, simplemente creo que debido a la cantidad de tiempo que tengo para mí, una gran parte del mismo lo dedico a dar vueltas y vueltas a las cosas, por insignificantes que sean, con el simple propósito de intentar encontrar las piezas escondidas necesarias para resolver este acertijo, para adivinar lo que hay en tu cabeza, para saber si en ella hay un hueco, aunque sea pequeño, para mí.

Sé que no debería, sé que debería dejar todo al destino, y disfrutar más del día a día, de la gente que me rodea, pero mi parte ambiciosa, anhela tener todo controlado, todo bajo control y a poder ser en la dirección que yo quiero. La vida no es así, no gira alrededor mío, puesto que cada uno tiene su mundo, con sus gustos determinados, que hacen imposible que yo controle todo. Es lo que debo aprender, es lo que quiero aprender, puesto que en el hecho de que las cosas no salgan como yo me lo propongo, está la genialidad de la vida. En el momento más inesperado, puede ocurrir aquella situación que siempre he buscado, por lo mismo que en ese mismo momento puede ocurrir justo todo lo contrario. El hecho de no saber qué pasará mañana me produce nerviosismo, pero nunca me negaré a despertarme cada día esperando que se cumpla mi sueño de tenerte a mi lado.

martes, 18 de noviembre de 2008

A escasos centímetros de tu piel


Lo sabía. No era un hecho aislado, no era a la primera persona a la que le pasaba, pero al mismo tiempo, tenía el nerviosismo interior de saber que las cosas posiblemente no salieran bien, que volvería a terminar de nuevo dentro de mi cama, cubierto hasta la cabeza, para que la rutina y los fantasmas me hiriesen lo menos posible.

Ya tenía la asignatura bien aprendida, al fin y al cabo era lo único que me había encontrado en el camino de las relaciones personales hasta este punto. Todo se tenía que torcer, todo tenía que convertirse en una pesadilla, haciéndome incluso avergonzarme de las personas a las que un día creí querer.

Esta vez, me propuse todo lo contrario, me propuse sacar mi cabeza lo máximo posible a flote, sin dejar que me afectasen comportamientos diferentes. Empecé a comprender que cada persona es realmente un mundo, por el simple hecho de que no tengo la capacidad de conocer lo que éstas piensan, pero más concretamente, lo que piensan relacionado conmigo.

Tengo claro que no es él chico más guapo, ni el más inteligente, y que en verdad creo que si me paro a pensar objetivamente, no es para mí. Pero hay comentarios, hay gestos que me han hecho caer rendido a sus pies. Sí, es pronto, y no lo conozco lo suficiente, pero sé que es una persona que quiero conocer, tendrá sus defectos, algunos de los cuales creo empezar a ver, no me prestará la atención que me gustaría, pero por lo menos fue capaz de invitarme a salir con sus amigos, de hacerme sentir por una noche, arropado, con un grupo de gente peculiar, pero sobretodo majos y acogedores.

Las cosas se torcieron al día siguiente, y digo se torcieron porque lo más básico para mí no me lo quiso dar, un beso. Por el contrario, el recuerdo que guardo de ese momento, es increíble, jamás había vivido algo así, una experiencia nueva, que me hizo prendarme de él. El problema viene, cuando después me pongo a pensar por qué no me quiso dar ese beso o abrazo que yo necesitaba, y llego a la conclusión de que a lo mejor lo que para mí era algo buscado, para él era algo espontáneo e único, en el sentido de que su objetivo no era haberme conocido hasta ese punto.

Ahora en el horizonte ya no veo las dos posibilidades que acostumbraba a ver. Ahora el hecho de que mi actitud es reprochable no viene a cuento, solo veo las posibilidades que pueden hacerme sentir genial. Una de ellas, el conseguir al menos que me vuelva a hablar normalmente y seguir teniéndolo tanto a él como a sus amigos como compañeros de fiestas. La otra, que me convertiría en una persona satisfecha y feliz, sería que quisiese conocerme e incluso tener algo conmigo. Sé que es demasiado pronto, sé que no lo conozco lo suficiente, pero el hecho de que nada más conocernos soltara la frase “la vida es dura” fue como una señal, una señal que a lo mejor es errónea, pero que como había prometido escribir, se ha convertido en el posible regalo que más me gustaría recibir, un beso por parte de él, de Miguel.

Esta vez voy a intentar hacerlo bien, voy a intentar no agobiarlo, no ir directo a obtener la respuesta a mi pregunta. No quiero ser negativo, no quiero sentirme otra vez decepcionado, no quiero que la auto-decepción se apodere de mi una vez más, o si lo hace, que por lo menos esta vez sea tras haber luchado por conseguir mi objetivo, mi sueño, en definitiva, tras haber intentado tenerte.

En el fondo de mí, creo que por una vez, aunque no sea la correcta, tengo claro que por lo menos quiero intentarlo, y es lo que voy a hacer. Sin prisa pero sin pausa, ese va a ser mi lema. El objetivo lo tengo claro, conseguir un beso tuyo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Un día cualquiera


Tengo miedo, sí, es una manera salvaje de empezar, pero es así.

Hacía días que conseguía conciliar el sueño sin problema, incluso ya había dejado atrás aquellas pesadillas que me traían recuerdos de momentos tristes, todo parecía haber vuelto a la extraña normalidad que muchos ansiaban tener en sus vidas.

En mi caso no era así, temía convertirme en una persona corriente, y supongo que debido a cosas del destino, ayer todo cambió. El día empezó como cualquier otro, gracias a dios no tenía clases por lo que pude levantarme a la hora francesa de comer. En mi fuero interno sabía que aquel día me deparaba algo especial, pero yo sólo llegaba a vislumbrar uno de aquellos días negros en los que lo mejor es quedarse en la cama para no tentar a la suerte.

Así hice, pero con mi fiel amigo en mi regazo. Muchos se pensarán que es un perro, pero no, debido a mi fobia a los mismos, mi fiel amigo es un ordenador que me tiene conectado con el mundo, que me permite hacer inmensamente grande esta habitación a la que a veces llamo celda. Pero ayer, en mi habitación, no había lugar a la desesperación, puesto que estaba repleta de amigos, cierto que en dos dimensiones, pero sus palabras me servían de antídoto para no hacer caso a las heridas lacerantes que tenía cerca del costado. Unas heridas que aunque creo que ya están curadas, cada cierto tiempo se reabren, dejando salir todo el dolor que guardan.

Cuando ya tenía pensado dejar la realidad paralela, una persona a la que apenas conocía, me propuso la idea de olvidarme de mis heridas y salir a disfrutar un poco de la vida, me prometió que lograría hacerme una foto sonriendo, asegurando que no utilizaría el recurso de las cosquillas.

El resto de mis amigos, sin dudarlo ni un segundo, me animaron insistentemente a abandonar la reclusión, a abandonar mi mundo en dos dimensiones, en pos de la aventura, y no sin ciertas reticencias, terminé aceptando y fijando una hora y un lugar. Una vez allí, me encontré con una persona que no esperaba, su nombre era Miguel, la edad no podría precisarla, pero desde el principio me di cuenta de que sus ojos despedían una alegría diferente, una sensación que calmaba mi nerviosismo.

Tras la espera, aparecieron unos cuantos de sus amigos, que me acogieron de una manera incluso sorprendente, puesto que me sentí en todo momento del grupo, es más, en los momentos en los que mi cabeza empezaba su vuelta a casa, siempre estaba Miguel, atento y dispuesto a sacarme aquella sonrisa.

Fue una noche diferente, no diría que me aburrí, pero tampoco la consideraría de fiesta, quizás era lo que necesitaba, sentirme un poco arropado alrededor de una mesa en la que lo único que importase fuese olvidar los problemas cotidianos de cada uno.

Sin duda, aquella foto sonriendo fue hecha, no soy el poseedor de tal imagen, en cambio, poseo muchos más recuerdos de aquella noche que si bien acabó pronto, consiguió sorprenderme.

Y a qué viene el miedo, muy sencillo, miedo a confiar de nuevo en personas, miedo a abrirme de nuevo a un mundo, sin tener la certeza de que a pocos metros se encuentre un muro que vuelva a herirme…

sábado, 15 de noviembre de 2008

Tren con destino MI felicidad!!


Era el momento de partir, el tren salía de la estación y yo estaba sentado en mi asiento, esperando todavía que apareciera él, que apareciera la persona que provocó mi partida. Lo necesitaba, ya no podía soportar más la indiferencia, o por lo menos la falta de detalles. Llevaba tiempo sabiendo que las cosas no iban bien, que la amistad no es un título nobiliario, sino una relación que implica esfuerzos y apoyo por ambas partes. Tanto dar sin recibir, me ha llevado a este tren, sin destino preciso, pero con estaciones en las que sé que mis verdaderos amigos estarán, dispuestos a tomarse un simple café conmigo, para amenizarme la espera.

Aún recordaba aquellas conversaciones sin fin, en las que me esforzaba para intentar calmar la amargura y decepción que podía percibir en sus palabras. Aquellos paseos por la ciudad, descubriendo calles por las que nunca pasé, y que ahora siempre me recordaran esos momentos. Todo ello se ha convertido en mi equipaje, un abultado y pesado equipaje que me era imposible cargar en el tren. Decidí quitar lo superfluo, decidí aparcar los sentimientos, y aún con ello, me quedaban 2 maletas de recuerdos.

No soy rencoroso, no busco la gloria, ni mucho menos que me den una palmadita en la espalda. Lo único que quería, lo único que necesitaba para haber roto el billete de tren, era un detalle, un gesto que me indicase que todo mi esfuerzo no fue en vano, que aunque sólo una vez, sólo una noche, conseguí hacerte olvidar tus preocupaciones e incluso hice aparecer esa traviesa sonrisa con la siempre te recordaré.

No fui tan siquiera capaz de romper las fotos que me hice contigo, el motivo era sencillo, te quise, tanto que los recuerdos se grabaron en mi pasado, así que de poco iba a servir romper un papel en el que se podía ver mi felicidad. Recuerdas lo que me impliqué, recuerdas mis llamadas a altas horas de la noche, buscando tan solo un abrazo tuyo, o incluso cuando me despertaba por las mañanas en mi cama, miraba inconscientemente el móvil esperando ya no tener un mensaje tuyo, sino al menos una llamada perdida que demostrase que yo era algo más que un paño de lagrimas para ti. Todo esto fue minando mi moral, fue convirtiéndose en una pesada cadena que cargar, pero no era el hecho de que fuese pesada, sino que era yo y sólo yo, quien cargaba con todo el peso.

Llegué incluso a desesperarme, hasta tal punto, que incluso te supliqué que me dijeras que querías que fuera, puesto que yo estaba dispuesto a serlo por ti. Ni aún arrastrándome fui capaz de que llamar tu atención.

Se cerraron las puertas del tren, todo indicaba la marcha inminente, y justo en este momento me planteé que era lo más doloroso para mí. Si el hecho de haber sido capaz de todo por ti, sin que tú me demostraras ser merecedor de ello, o el haber renunciado a mi orgullo para intentar mantenerte a mi lado.

En el momento en el que la mitad del tren ya estaba fuera de la estación, desde el penúltimo vagón, el mío, creí ver una cara familiar despidiéndome en el andén. Inconscientemente pensé que eras tú. Nunca dejaré de ser un ingenuo, puesto que al fijarme bien, tan siquiera era a mí a quien esa persona estaba despidiendo…

lunes, 3 de noviembre de 2008

Billy Elliot


Ayer tras intentar ver online la película de tésis que tantas veces me han recomendado, y debido a mi fracasada conexión de internet, me puse a ver una de las películas que tengo guardada en el ordenador.

No sé si será porque me meto en el papel o qué, pero ésta vez lloré en varios momentos de la peli, y debido a ello, creo que se pueden destacar 4 líneas argumentales en lo que a sentimientos me provocó.

1. El hecho de que Billy quiera ser bailarín.
2. El hecho de que su amigo se vista de mujer.
3. La despedida de la abuela.
4. El fin de la huelga de mineros.

Podría poner muchos más momentos, pero fueron éstos los que me hicieron pensar, y por ello, voy a intentar escribir una de mis historias/relatos/hechos personales, para cada uno.

Primer día de colegio


Primer día de colegio, todos los niños de 4 años lloraron al ver que sus padres salían de aquel cuarto tan grande donde les dejaban con una señora que no conocían de nada y con muchos niños bobos que lloraban sin motivo aparente. Todos los niños, excepto Lucía y Jaime. Ellos mismos se sorprendieron de ser los únicos, así que de seguido cuando esa señora dejó en varias mesas pinturas y hojas con dibujos, decidieron ponerse juntos a pintarlos.

Desde ese primer momento se hicieron uña y carne, tanto era así que al cabo de varias semanas, cuando Paula (aquella señora que les decía que hacer) apagó las luces para que se echaran la siesta, Jaime vio que Lucía se había dejado su edredón en casa, y que no tenía donde apoyar la cabeza, y por primera vez decidió compartirlo con ella. Este hecho no hubiese llamado la atención a Paula si no fuese porque los padres de Jaime la dijeron que éste no dejaba ni a su hermano pequeño Juan el edredón, y que estuviera atenta, porque Jaime se enfadaba mucho si alguien lo tocaba.

Un día, estaban hablando de profesiones, y la “seño” fue preguntando uno a uno a que se dedicaban sus padres. Por cuestión de azar, Lucía y Jaime fueron los últimos. Cuando la “seño” le preguntó a Lucía, esta contestó:

-Pues mi papá se dedica a hacer casas, y mi otro papá se dedica a hacerme fotos.
Muchos de sus compañeros se quedaron sorprendidos y la “seño” que ya sabía todo, decidió pasar a Jaime y hacerle la misma pregunta. Él respondió:

-Mi papá se dedica a operar a la gente y mi mamá no trabaja porque se encarga de cuidar a mis 6 hermanos y a mí.

Al llegar a casa, Jaime, que desde que le regalaron su cámara Fisher Price por su cumpleaños, tenía el sueño de ser fotógrafo, comentó que a partir de entonces, su ídolo era Dani el papá de Lucía.

Desde el día de las profesiones, Lucía empezó a notar que algunos compañeros (los tontos, según ella contaba a sus padres) no querían jugar con ella a pilla-pilla en el recreo.

Al principio los padres de Jaime se quedaron petrificados, puesto que el padre que iba a buscar todos los días al colegio a Lucía, Sergio, sabían que era arquitecto, por lo que preguntaron a Jaime si estaba seguro que el padre de Lucía no era arquitecto, a lo cual Jaime respondió:

- Sí, el otro papá de Lucía es arquitecto, pero yo no quiero ser eso mamá, yo quiero ser como Dani, fotógrafo.

Los padres de Jaime por su forma de vida, no entendían la existencia de parejas del mismo sexo, pero por primera vez, habían aprendido algo de su hijo, al cual le daba igual quienes fueran los padres de Lucía, él sólo tenía claro que se lo pasaba bien con su amiga.

Los padres de Jaime se hicieron una pregunta….
[b]¿si a él no le importa, por qué nos tiene que importar a nosotros?[/b]
Llegaron a una conclusión…el ser padre no tiene que ver con la condición sexual, sino con la educación y ética de los padres, de que sabrán inculcar los valores correctos a sus hijos e hacerlos felices…y en este punto estaban seguros de que

domingo, 2 de noviembre de 2008

Locura en Berlín


Era una mañana fría, amaneció nublado el cielo de París, pero en una pequeña habitación había una persona inquieta, no paraba de introducir ropa en una pequeña maleta. Esa persona iba a coger un vuelo con dirección a Berlín, donde más que una ciudad le esperaba una gran pareja de amigos, que lo acogerían durante los 8 días que se encontraría en una de las ciudades que marcaron la historia del siglo XX.
Tras despedirse de la única persona realmente importante para él en la que era su nueva ciudad, llegó con apuros a coger el avión, no sin antes pararse en una tienda del aeropuerto para llevar un obsequio a sus anfitriones.

Una vez allí, no paró de visitar y moverse por la ciudad, sin olvidar su bufanda, que se convirtió casi en su amante, pues no se separo de ella debido a las gélidas temperaturas que acechaban detrás de cada monumento, y mucho menos a su compañera de viajes, su cámara azul que inmortalizó momentos demasiado variopintos.

Cada día era un reto, cada día había que soportar las inclemencias del tiempo para poder llevar a cabo el planing previsto, hubo alteraciones, pero lo más importante no lo dejo pasar, logró disfrutar de sus amigos y deducir que la gente que los rodea allí, en su nuevo hogar, es tanto o más válida que los amigos que en su día hicieron en común. Los paseos en taxi a altas horas de la mañana, el pasear en bici por la noche alrededor del monumento a los rusos muertos, un sinfín de experiencias enriquecedoras, e incluso cómicas.

Por las noches, también dispuso de oportunidades de conocer el otro Berlín, sin ser un fiel seguidor de la cerveza, consiguió sobrevivir acabando más de una vez con piezas perdidas del puzle de la noche, que posteriormente trataba de encajar gracias a sus amigos.

La apoteosis llegó con Halloween, puesto que todos los planes previstos de antemano, incluyendo el hecho de esconder petaquillas, se fueron al traste, dando lugar a una de las noches más surrealistas que había vivido. Empezando por tener que comunicarse en inglés con personas de nacionalidades variopintas, siguiendo por mezclas nada recomendadas, para terminar con bailes subidos de tono entre renos ceñudos y miércoles morenas.

Al volver de nuevo en el avión, sólo puso un pero a su estancia allí. Uno de los objetivos que se había puesto, no lo había cumplido, no fue capaz de vencerse a sí mismo y afrontar una de sus realidades más ocultas.

jueves, 16 de octubre de 2008

18 de julio


Tras un duro día de trabajo, o mejor dicho, tras muchas horas delante del ordenador intentando cuadrar el balance trimestral, volví a casa con el ánimo por los suelos. Ni tan siquiera el inminente fin de semana me hacía ver las cosas más positivamente.

Llegué a mi casa, o bueno, a mi apartamento de soltero, que ni mucho menos se asemejaba a aquello que pensé que tendría con 30 años, y como de costumbre fui directo a la ducha. Después, piqué alguna sobra de la comida, y me dispuse a ver un poco la televisión, aún a sabiendas que no habría nada interesante.

Al cabo de una media hora, recibí una llamada, cuanto menos inesperada. Se trataba de un amigo de la universidad, con el que perdí relación entre otros motivos, debido a que él se trasladó a la capital a trabajar. Me contó cómo había conseguido mi número, así como lo que había sucedido en su vida, a grandes rasgos, en estos últimos años. Se había casado, pero por motivos que no me quiso aclarar, tras año y medio de matrimonio, había terminado separándose. Debido a que su abuelo estaba gravemente enfermo, había vuelto a la ciudad unos días, y decidimos quedar a tomar algo, para charlar tranquilamente.

Mientras tomábamos una cerveza, no hicimos más que recordar los viejos tiempos, incluyendo el enfado por el que estuvimos 2 años sin dirigirnos la palabra. Todo fue debido a mentiras que reconozco que le conté, no sé si por miedo, por desconfianza, o qué otro motivo, lo único que sé es que aquello desembocó en separar nuestros caminos completamente. El me explicó después de tanto tiempo su visión de los hechos, y como era lógico, yo intenté explicarle las razones por las que me vi “obligado” a mentirle. Aún no estoy seguro de que las haya comprendido, puesto que ni yo mismo tengo muy claro porque llegué a incluso comportarme como una mala persona.

Sé que para volver a hablar, fui yo el que dio el primer paso, pero no me esperaba que me fuera a responder, es más, yo no lo hubiera hecho. Tras todo el tiempo sin hablarnos, me dijo que no guardaba ni rencor ni nada, simplemente había sido una experiencia más en su vida, que le había hecho reflexionar y por ello, dijo que no cerraba las puertas a una nueva amistad.

Recuerdo como si fuera hoy aquel día en el que la bola de mentiras se hizo tan grande que me estalló en las manos, un 18 de julio. Lo pasé mal, pero ya no sólo por la situación, sino por él, que siempre confió en mí y se llevó un batacazo tremendo al conocer la realidad, o mejor dicho, otra falsa realidad.

La conclusión que aún hoy saco es que nunca llegaré a conocer perfectamente a las otras personas. En mi caso, encontré un amigo incondicional, que no supe mantener, considero que quizás es demasiado buena persona, pero estoy seguro que todo lo que ha sembrado lo recogerá algún día con creces.