
Ya estamos en Navidad, cuando salgo por la calle, ahora que anochece demasiado temprano, ya veo las luces que la anuncian, también se nota en los escaparates, incluso en la gente, que ya no sólo va más abrigada, si no que se empiezan a ver bolsas y bolsas con paquetes bien adornados.
Este año, es la primera vez que en estas fechas resido en esta ciudad, y dentro de que ya estoy sumido en el caótico ritmo de la metrópolis, siempre encuentro rincones de las calles donde pienso en ti, donde me paro a imaginar que estás a mi lado. Veo también múltiples cafeterías donde me gustaría tomar otro café como cuando me viniste a visitar.
No niego que hoy estoy optimista, que hoy creo en nosotros, que voy a seguir luchando por ti. Quizás esto se deba a que ayer me terminé durmiendo bajo un mar de lágrimas. Sí, hay veces en los que el hecho de no tenerte a mi lado me hace flaquear, en los que me planteo si merece la pena todo el esfuerzo que estamos haciendo. Nunca he sido una persona que creyese en las relaciones a distancia, pero cierto es que la vida siempre está para sorprenderme y ponerme retos.
Por suerte estamos en la era de la comunicación, y la distancia ya no significa no poder sentirte, puesto que aunque no sea lo mismo, tenerte por lo menos al otro lado del teléfono me da seguridad. Reconozco que hemos perdido romanticismo, que antes la comunicación de las parejas era más difícil, pero el hecho de recibir una carta de puño y letra es mucho más íntimo a mi modo de ver las cosas, claro que el poder tener noticias tuyas todos los días suple con creces ese aspecto.
Está acabando un año más, muchas páginas de mi vida he escrito, unas personas salieron de mi vida y otras entraron, ahora con la objetividad que me brinda el tiempo creo que tanto los aciertos como los tropiezos me están sirviendo para crecer, si bien reconozco que ya no estoy con muchos ánimos de seguir perdiendo personas a las que aprecio. Quizás este aspecto me haga ser mucho más selectivo con la gente, o por lo menos utilizar un periodo de cuarentena para intentar valorar los intereses de los que postulan a ser mis amigos.
Puedo decir, que me siento orgulloso de mí mismo. Es una afirmación muy contundente, pero creo que estoy dando los pasos correctos, o siendo más preciso, estoy dando los pasos que, dentro de la racionalidad, quiero dar. El estudiar lo que me apasiona me ha llevado a esta ciudad. Nadie dijo que sería fácil, pero tampoco nadie regala los sueños. Estoy seguro del camino que he elegido, habrá momentos en los que las cosas no me saldrán como quiero, o que incluso no veré las cosas con una perspectiva positiva, pero si por lo menos tengo la gente a la que quiero alrededor y la posibilidad de trabajar en mi sueño, ya tendré dos piezas clave en mi puzle particular de la felicidad.
Va a comenzar el 2009, no tengo demasiadas cosas que pedir para éste año, simplemente salud, para todas las personas de mi alrededor y para mí. Para el resto, aquellos que me hicieron llorar, pero sobre todo para los que me hicieron reír, ¡Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo!
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