jueves, 27 de noviembre de 2008

El baile final


Eran las ocho menos diez de la tarde, acababa justo de llegar a aquel teatro que era totalmente desconocido para mí. Por suerte, había conseguido llegar antes de tiempo, puesto que no tenía claro siquiera la duración del viaje en tren. Quizás era una maniobra suicida, quizás la forma de sentirme bien conmigo mismo.

Sabía que él iba a estar allí. Más en concreto, él era parte del espectáculo, lo cual debía asegurarme su presencia, si no fuese por el hecho de que jamás me confirmó que se tratase de este jueves. Lo intenté averiguar, pero se negó a contestarme haciendo uso de eso que llaman “politesse française”, es decir, poniendo excusas vulgares.

Lo lógico hubiese sido tirar la toalla, dejar de una vez las cosas pasar, pero mi subconsciente se negaba a aceptar que hubiese gente tan mala, gente que lo único que buscaba era su placer personal, pisando a cuantas personas se encontrase por el camino. Fue ese el motivo que me hizo no desistir, e incluso tomar la determinación de vestirme de manera especial, para que si por algún despiste del destino nos cruzábamos o me veía, que se diera cuenta de lo que había dejado escapar, porque era la primera vez que me sentía superior a alguien.

Pueden parecer palabras duras, incluso puede parecer incoherente que si lo que tengo es rencor hacía él, vaya a ver su espectáculo, y todas estas dudas, me hacían plantearme si entrar o no al teatro. De todos es sabido que en este tipo de espectáculos, si llegas tarde, no te es permitido entrar hasta que haya un descanso, en mi caso, la duda era si entrar o si darme la vuelta y volver a casa.

Por primera vez escuché una vocecita dentro de mí, siempre había necesitado que alguien, alguno de mis amigos hiciese de mi conciencia, pero ésta vez, por fin fui yo y sólo yo quien decidió lo que hacer. Ya no quedaban esperanzas ni ganas de intentar conocerlo, simplemente quedaba el orgullo herido, pero este sentimiento no era nuevo, así que me armé de valor, y entré en el teatro, buscando un buen sitio para ver, pero sin ser visto.

La voz de mi conciencia, sólo me dijo una cosa. “No tengas miedo al fracaso, al fin y al cabo los únicos que fracasan son aquellos que lo intentan”.

martes, 25 de noviembre de 2008

Sabia pesadilla


Me desperté sobresaltado. Estaba sudando, y mi corazón no paraba de bombear a un ritmo frenético. Ya era la cuarta vez esta semana que soñaba lo mismo, y que me despertaba en medio de la noche para no volverme a dormir más. Fui al lavabo para lavarme la cara y beber un trago de agua, puesto que esta vez, todavía recordaba la pesadilla, y quería pensar en ella para intentar encontrar las formas de vencerla, de dejarla de tener miedo.

No puedo asegurar en que estación del año estábamos, ni siquiera la hora más o menos concreta del día puesto que estaba en un bosque demasiado frondoso incluso para adivinar si el sol estaba saliendo o poniéndose. Recuerdo que en medio del bosque, los árboles habían formado una especie de círculo. Eran 10 árboles, no lo olvidaré puesto que en cada uno de ellos había una foto de uno de mis amigos, con una fecha debajo, que ni por asomo era la de nacimiento de cada uno, puesto que eran fechas futuras.

Posteriormente, me fijaba en el centro de aquel macabro círculo, y había un pozo, algo extraño, puesto que por los alrededores no había ningún río, ni había ninguna población. Con mucho cuidado me acerqué a mirarlo, y me impactó la visión que tuve, puesto que no creo que fuese mi imaginación, pero al final, muy abajo, veía una luz. En un principio pensé que a lo mejor era un reflejo de la luz del día, después me volví a cerciorar de que no había ningún hueco entre el follaje de los arboles por el que pudiese entrar un rayo de sol.

Era mi sueño, así que creyéndome inmortal, baje por el lúgubre pozo, con idea de averiguar que había al fondo. Cuando por fin llegué abajo, había otra estancia totalmente circular, es más, idéntica a la formada por los árboles en la superficie, puesto que aquí había ahora 10 columnas en los lugares en los que previsiblemente estaban los troncos de los arboles. En el centro, la luz que yo veía desde arriba, era una pequeña hoguera, curioso que la estancia no tenía otra salida, y que el fuego se alimentaba de troncos, habría alguien ahí abajo?

Me dediqué a inspeccionar la estancia de manera minuciosa, y esta vez, talladas en cada columna, estaban las mismas fechas extrañas de arriba, pero con una diferencia, debajo de ellas aparecía una calavera. Los 2 primeros días me desperté en este momento de la pesadilla, suponiendo que significaba la fecha en la que cada uno de ellos moriría, sí, era la primera explicación que me vino a la cabeza.

Hasta que me di cuenta de que en algunos de los pilares, en vez de una calavera, había un símbolo que yo asemejé al de un sol. No recordaba a quien correspondía cada fecha, me empezaba a angustiar, debido al hecho de no saber salir de allí, puesto que aunque aparentemente fuese un sueño, no me estaba permitido volar para comprobar las identidades.

Me empezaba a desquiciar, ya no sabía qué hacer allí, no sabía cuánto tiempo llevaba dentro de aquel pozo, y lo peor de todo, es que no sabía cómo saldría de allí. No tenía ni hambre ni sed, y pude comprobar que los troncos no se consumían nunca. Cuando me fijaba en este hecho, pude ver una letra debajo de la pira, era una “A”.

Decidí mover los troncos para ver si debajo había alguna palabra o algún hueco por el que poder salir, pero al tocar los troncos, comenzaba a arder mi cuerpo, sintiendo un dolor indescriptible que me hizo despertar en ese momento las dos noches posteriores al inicio de mi pesadilla.

Ahora ya en la realidad, estuve pensando como sortear la siguiente noche el fuego abrasador, y se me ocurrió dormir esa noche con unos guantes, así que cuando llegué al mismo punto de las noches anteriores, pude mover sin problema los troncos ardiendo y leer la palabra que había en el fondo, “AMITIE”. Lo más sorprendente de todo fue que justo después de leerla, una cuerda bajó desde la superficie, y aún sin saber quién era la persona que me tendía una mano, no dudé en aferrarme a la cuerda y empezar a escalar. Al llegar arriba, vi a 5 personas que me resultaron familiares, 5 de mis amigos estaban allí. Se hizo la luz en mi cabeza justo en ese momento, por fin entendí lo que mi pesadilla pretendía enseñarme. Muchas personas pasaran por tu vida, de ellas, sólo algunas consideraras amigos, y dejaran una huella en ti, pero de esos a los que tu consideras amigos, sólo unos pocos estarán apoyándote y ayudándote a lo largo de tu vida, otros los perderás en el camino.

Tras haber comprendido el significado de mi sueño, ninguna noche posterior me desperté sobresaltado, es más, conseguía dormir de un tirón.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La importancia de los ojos!


No me importaba. Sí que me fijaba en lo que te hacías en el pelo, en si estabas afeitado o no, en como ibas vestido, si llevabas la colonia que tanto me gustaba, todo esto aunque no te lo decía sí que lo inspeccionaba cada vez, pero nunca decía nada puesto que no era ni mucho menos lo más importante. Eran esos ojos, los que me daban tranquilidad, los que hacían perder todo el nerviosismo, siempre te dije que en ellos veía algo especial, una luz diferente.

Creo que intenté explicártelo muchas veces, aunque en verdad pienso que en el momento en el que lo sientas, es cuando verdaderamente lo comprenderás. Eras mi amuleto, sabía que si estabas cerca de mí, todo iría bien, fuesen exámenes, reuniones, o incluso estando con los amigos. No hacía falta ni que habláramos, simplemente valía el hecho de saber que estabas.

Ahora echo en falta ver esos ojos, quizás me he vuelto a sumir en la oscuridad, pero estoy seguro que alguien vendrá, que otra persona me volverá a mostrar el camino a través de sus ojos, lo que tengo claro es que no era el momento, o sobre todo, no era la persona correcta, no eran los ojos que me tenían que guiar hasta el fin del mundo.

No es en plan melodramático, puesto que yo, tengo la suerte de tener muy buenos amigos, aunque no les pueda ver a menudo para tranquilizarme con sus ojos, están de una forma que tu no conseguiste alcanzar. Gracias a la amistad, tienen un hueco en mi corazón, y por ello, siento las cosas que me dicen, siempre sé que no me dicen lo que quiero oír, sino lo que debo saber.

Ya los tenía cansados de escuchar cosas de ti, incluso aunque yo sólo les contaba lo positivo, el hecho de que me sabías calmar, que sabías darme confianza en mí mismo, ellos mismos se daban cuenta de que la realidad no era tan bonita como yo la pintaba, antes incluso de que yo mismo llegara a esa conclusión.

No me sirve de nada arrepentirme, y no voy a borrarte de mis recuerdos, simplemente espero haber aprendido la lección, y no volver a caer en los encantos de unos ojos bonitos nada más verlos. Esto a mi me parece triste, puesto que cada vez que algo acaba, y sobre todo, cada vez que algo acaba y me duele, termino poniéndome una armadura más resistente, que hace cada vez más difícil el conocerme. Es más, ha llegado un momento en el que ya tengo hasta miedo de coger cariño a las nuevas personas que entran en mi vida, a sabiendas de que algunas de ellas se bajarán del autobús a medio camino, dejándome un hueco doloroso.

Querida Lorena


Querida Lorena:

Qué tal te va todo? La verdad que hace días que no sé de ti. Echo en falta las cartas que me mandabas el año pasado, todos los días esperaba ansioso el momento de ir a mi buzón para ver si había tenido ya la respuesta, para ver si había un sobre original en mi taquilla.

Cierto es que el año pasado, lo necesitaba mucho más al principio, necesitaba saber que estabais cerca, para afrontar el reto de comenzar a vivir en un país diferente al mío con un idioma que no dominaba para nada. Los días se sucedieron, y cada vez yo me encontraba más a gusto contándote mis cosas, tanto es así, que estuviste a punto de ser la primera en saber oficialmente que soy gay. Cosas del destino, la carta estaba escrita ya, pero termine cambiando el final, para no destronar a la que ostentaba el título de mejor amiga. El resto, ya lo sabes, estoy muy contento por ti, porque parece que las elecciones que vas haciendo, van teniendo resultados positivos, y orgulloso, ya no sólo por lo guapa que eres por fuera, sino por lo increíble que eres por dentro, escuchándome, intentando animarme cuando me dan mis bajones, aconsejándome cuando comienzan mis rayadas, en definitiva, siendo muy buena amiga.

Por aquí hoy ha nevado, y le ha seguido una tremenda tormenta, que ha impedido que saliera a dar una vuelta otro domingo más. Pero sin más, voy al grano. Se ha vuelto a conectar Miguel, prometo que ya no siento lo mismo por él, y lo digo en serio, pero echo en falta que me hable, que me diga cualquier bobada que me haga caer rendido a sus pies. Hace ya una semana de todo, y aunque creo que sigo siendo el chico de siempre, por lo menos ya tengo claro que por él no voy a sufrir más. Pocos como yo va a encontrar, pero lo que me ha demostrado, es que en la sociedad actual, y más explícitamente todavía en la sociedad gay, es más importante el número que todo lo demás, y prefiero anteponer mi orgullo antes que caer en los mecanismos a los que tanto he criticado. Volver a empezar, volver a intentar conocer más gente, para así tener amigos para salir de fiesta, me siento raro, puesto que lo más fácil sería acoplarme a la multitud española que hay aquí, pero me apetece hacer alguna amistad gay, más concretamente francesa, para seguir mi camino de aceptación.

Te puedes creer que ayer me propuse seriamente cambiarme de acera de nuevo? La verdad que la utopía duro poco tiempo, porque soy lo que soy, y te sonará extraño, pero cada vez me avergüenzo menos, al fin y al cabo, no hago mal a nadie (en todo caso, me hacen daño a mí). Si me hubieses oído hace dos años, cuando empecé a darme cuenta de que me atraían los chicos, ahora me darías un palmadita en la espalda, jamás pensé que llegaría a decir cosas de este tipo.

Espero como agua de mayo que llegue diciembre, vienen mi familia y algunos amigos a verme, me apetecería que tú vinieras también, pero por lo menos sé que te tengo al otro lado del ordenador. Aún con eso, yo también voy a casa en diciembre, y como está prometido, un día iré a Salamanca para verte, para seguir conociendo la ciudad, para intentar comer como una persona normal (es un reto) y como no, para salir de fiesta y pasármelo al menos tan bien como la primera y única vez que estuve en tu tierra.

Un besazo enorme, que te quiero un montón!

Felicidades Piercing :D


Estuve pensando toda la tarde de ayer como comenzar a escribir acerca de aquello que pasó hace ya un año. Era un 22 de noviembre, y estaba yo en la que por aquel entonces ya comenzaba a sentir como Mi ciudad, cuando tras haber aburrido a mis conocidos, decidí cumplir uno de mis sueños adolescentes, y llevar a cabo la locura más importante hasta el momento.

Con mucho miedo, llamé al número de teléfono que previamente había encontrado por internet, con la idea de concertar una cita. El señor que me respondió, fue mucho más amable de lo que yo esperaba, debido a que me hablo despacio para que pudiera entenderlo, cosa no muy frecuente entre la población francesa. Le pregunté si lo hacían, pero sobre todo, mi única intención era pedir hora. Ciertamente, ya tuve en su día hora para hacérmelo, porque cuando me da la vena valiente, me atrevo a eso y mucho más, pero la otra vez, en el momento de la verdad, me dio miedo, tanto por el hecho de que una aguja fuese a atravesar mi lengua, como por el hecho de los problemas que acarrearía al llegar a casa. Sin más el señor me dijo que allí no era necesario tener cita previa, que por ejemplo esa tarde no tenía nada, que si quería que fuese en un momento y me lo hacía.

Llamé a mis amigas para contarles que me iba a hacer el piercing, se asustaron inicialmente, y de seguido intentaron persuadirme para esperar a hacérmelo cuando ellas estuvieran, si bien estaba seguro que lo único que intentarían sería quitarme la idea de hacérmelo.

Visto y no visto, así fue el momento que tanto temía. No me dolió nada, si bien si dio un poco de grima el momento en sí.

El día siguiente, mi lengua era como una patata, no era capaz ni de sacar la lengua, pero siguiendo los consejos que el señor me dio, a los 3 días ya hablaba normal y comenzaba a controlar el hecho de tener un extraño en mi lengua.

Las caras de mis amig@s cuando se fueron enterando, no se me olvidarán jamás. Muchos de ellos no esperaban una acción tal por mi parte, pero casi ninguno opino negativamente.

Hace ya un año, es una bobada, pero FELICIDADES!, no tanto por el hecho que significó el hacerse el piercing, sino todo aquello que conllevo indirectamente, puesto que me sirvió para cancelar un recuerdo anclado en el día 22, así como para darme cuenta de que oficialmente podía hacer con mi vida lo que quisiese.

jueves, 20 de noviembre de 2008

El despertar


Era ya tarde, llegaba tarde a mi cita diaria con Morfeo, y todo por una razón. TU. Puestos a arriesgarse, pensé que si me hablabas, debía esforzarme al máximo para que encontraras la conversación interesante y así intentar tenerte más cerca.
Como siempre, todo esto ocurría a través del ordenador, era la única conversación que mantenía por el Messenger, puesto que ya eran horas en las que todo el mundo había recogido.

Una vez decidí irme, lo hice con el convencimiento de que dormiría bien, puesto que había conseguido mi objetivo, me habías hablado. Esa noche paso rápido, quizás incluso demasiado, porque no me dio tiempo a descansar, lo cual no hubiese sido un problema, si a la mañana siguiente no hubiese tenido aquel despertar. Creo que fue después de que sonara el despertador, a las ocho de la mañana, cuando tras darme una pequeña vuelta en la cama te vi, estabas a mi lado y me susurraste buenos días. No podía ser real, no podías estar en mi cama, pero aunque solo fue un segundo, me sentí la persona más feliz. ¡Te había conseguido!

Ahora sí que sonó realmente el despertador, y en mi cama solo estaba yo. La rutina diaria me esperaba, y me temía que por mucho que hubiese hecho un pacto de indiferencia, no iba a conseguir dejar atrás las ideas en mi cabeza. Tuve momentos de estrés debido a la agenda que me esperaba aquel día, en verdad se supone que me tendría que haber sentido mal por dicho agobio, pero gracias a él, no tuve tiempo de que mi cabeza volviese a su mundo, todo el día sin parar, para llegar de nuevo a casa y en la soledad de mis cuatro paredes volver a mi realidad, volver a pensar en todo, aún sabiendo que lo único que hacía era daño, y a la persona equivocada, a mi.

Decidí no conectarme, creí que así conseguiría mantener alejadas las ansias de hablarte, por lo que me dispuse a ver una peli desde mi cama. Pensaba que cualquier película estaría bien, pero gracias al destino, o a mi mala suerte, escogí una película romántica, que si bien por un lado me encantó, por otro lado, cuando acabó, me hizo pensar en ti, me hizo soñar con tenerte.

No creo que sea una persona rara, simplemente creo que debido a la cantidad de tiempo que tengo para mí, una gran parte del mismo lo dedico a dar vueltas y vueltas a las cosas, por insignificantes que sean, con el simple propósito de intentar encontrar las piezas escondidas necesarias para resolver este acertijo, para adivinar lo que hay en tu cabeza, para saber si en ella hay un hueco, aunque sea pequeño, para mí.

Sé que no debería, sé que debería dejar todo al destino, y disfrutar más del día a día, de la gente que me rodea, pero mi parte ambiciosa, anhela tener todo controlado, todo bajo control y a poder ser en la dirección que yo quiero. La vida no es así, no gira alrededor mío, puesto que cada uno tiene su mundo, con sus gustos determinados, que hacen imposible que yo controle todo. Es lo que debo aprender, es lo que quiero aprender, puesto que en el hecho de que las cosas no salgan como yo me lo propongo, está la genialidad de la vida. En el momento más inesperado, puede ocurrir aquella situación que siempre he buscado, por lo mismo que en ese mismo momento puede ocurrir justo todo lo contrario. El hecho de no saber qué pasará mañana me produce nerviosismo, pero nunca me negaré a despertarme cada día esperando que se cumpla mi sueño de tenerte a mi lado.

martes, 18 de noviembre de 2008

A escasos centímetros de tu piel


Lo sabía. No era un hecho aislado, no era a la primera persona a la que le pasaba, pero al mismo tiempo, tenía el nerviosismo interior de saber que las cosas posiblemente no salieran bien, que volvería a terminar de nuevo dentro de mi cama, cubierto hasta la cabeza, para que la rutina y los fantasmas me hiriesen lo menos posible.

Ya tenía la asignatura bien aprendida, al fin y al cabo era lo único que me había encontrado en el camino de las relaciones personales hasta este punto. Todo se tenía que torcer, todo tenía que convertirse en una pesadilla, haciéndome incluso avergonzarme de las personas a las que un día creí querer.

Esta vez, me propuse todo lo contrario, me propuse sacar mi cabeza lo máximo posible a flote, sin dejar que me afectasen comportamientos diferentes. Empecé a comprender que cada persona es realmente un mundo, por el simple hecho de que no tengo la capacidad de conocer lo que éstas piensan, pero más concretamente, lo que piensan relacionado conmigo.

Tengo claro que no es él chico más guapo, ni el más inteligente, y que en verdad creo que si me paro a pensar objetivamente, no es para mí. Pero hay comentarios, hay gestos que me han hecho caer rendido a sus pies. Sí, es pronto, y no lo conozco lo suficiente, pero sé que es una persona que quiero conocer, tendrá sus defectos, algunos de los cuales creo empezar a ver, no me prestará la atención que me gustaría, pero por lo menos fue capaz de invitarme a salir con sus amigos, de hacerme sentir por una noche, arropado, con un grupo de gente peculiar, pero sobretodo majos y acogedores.

Las cosas se torcieron al día siguiente, y digo se torcieron porque lo más básico para mí no me lo quiso dar, un beso. Por el contrario, el recuerdo que guardo de ese momento, es increíble, jamás había vivido algo así, una experiencia nueva, que me hizo prendarme de él. El problema viene, cuando después me pongo a pensar por qué no me quiso dar ese beso o abrazo que yo necesitaba, y llego a la conclusión de que a lo mejor lo que para mí era algo buscado, para él era algo espontáneo e único, en el sentido de que su objetivo no era haberme conocido hasta ese punto.

Ahora en el horizonte ya no veo las dos posibilidades que acostumbraba a ver. Ahora el hecho de que mi actitud es reprochable no viene a cuento, solo veo las posibilidades que pueden hacerme sentir genial. Una de ellas, el conseguir al menos que me vuelva a hablar normalmente y seguir teniéndolo tanto a él como a sus amigos como compañeros de fiestas. La otra, que me convertiría en una persona satisfecha y feliz, sería que quisiese conocerme e incluso tener algo conmigo. Sé que es demasiado pronto, sé que no lo conozco lo suficiente, pero el hecho de que nada más conocernos soltara la frase “la vida es dura” fue como una señal, una señal que a lo mejor es errónea, pero que como había prometido escribir, se ha convertido en el posible regalo que más me gustaría recibir, un beso por parte de él, de Miguel.

Esta vez voy a intentar hacerlo bien, voy a intentar no agobiarlo, no ir directo a obtener la respuesta a mi pregunta. No quiero ser negativo, no quiero sentirme otra vez decepcionado, no quiero que la auto-decepción se apodere de mi una vez más, o si lo hace, que por lo menos esta vez sea tras haber luchado por conseguir mi objetivo, mi sueño, en definitiva, tras haber intentado tenerte.

En el fondo de mí, creo que por una vez, aunque no sea la correcta, tengo claro que por lo menos quiero intentarlo, y es lo que voy a hacer. Sin prisa pero sin pausa, ese va a ser mi lema. El objetivo lo tengo claro, conseguir un beso tuyo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Un día cualquiera


Tengo miedo, sí, es una manera salvaje de empezar, pero es así.

Hacía días que conseguía conciliar el sueño sin problema, incluso ya había dejado atrás aquellas pesadillas que me traían recuerdos de momentos tristes, todo parecía haber vuelto a la extraña normalidad que muchos ansiaban tener en sus vidas.

En mi caso no era así, temía convertirme en una persona corriente, y supongo que debido a cosas del destino, ayer todo cambió. El día empezó como cualquier otro, gracias a dios no tenía clases por lo que pude levantarme a la hora francesa de comer. En mi fuero interno sabía que aquel día me deparaba algo especial, pero yo sólo llegaba a vislumbrar uno de aquellos días negros en los que lo mejor es quedarse en la cama para no tentar a la suerte.

Así hice, pero con mi fiel amigo en mi regazo. Muchos se pensarán que es un perro, pero no, debido a mi fobia a los mismos, mi fiel amigo es un ordenador que me tiene conectado con el mundo, que me permite hacer inmensamente grande esta habitación a la que a veces llamo celda. Pero ayer, en mi habitación, no había lugar a la desesperación, puesto que estaba repleta de amigos, cierto que en dos dimensiones, pero sus palabras me servían de antídoto para no hacer caso a las heridas lacerantes que tenía cerca del costado. Unas heridas que aunque creo que ya están curadas, cada cierto tiempo se reabren, dejando salir todo el dolor que guardan.

Cuando ya tenía pensado dejar la realidad paralela, una persona a la que apenas conocía, me propuso la idea de olvidarme de mis heridas y salir a disfrutar un poco de la vida, me prometió que lograría hacerme una foto sonriendo, asegurando que no utilizaría el recurso de las cosquillas.

El resto de mis amigos, sin dudarlo ni un segundo, me animaron insistentemente a abandonar la reclusión, a abandonar mi mundo en dos dimensiones, en pos de la aventura, y no sin ciertas reticencias, terminé aceptando y fijando una hora y un lugar. Una vez allí, me encontré con una persona que no esperaba, su nombre era Miguel, la edad no podría precisarla, pero desde el principio me di cuenta de que sus ojos despedían una alegría diferente, una sensación que calmaba mi nerviosismo.

Tras la espera, aparecieron unos cuantos de sus amigos, que me acogieron de una manera incluso sorprendente, puesto que me sentí en todo momento del grupo, es más, en los momentos en los que mi cabeza empezaba su vuelta a casa, siempre estaba Miguel, atento y dispuesto a sacarme aquella sonrisa.

Fue una noche diferente, no diría que me aburrí, pero tampoco la consideraría de fiesta, quizás era lo que necesitaba, sentirme un poco arropado alrededor de una mesa en la que lo único que importase fuese olvidar los problemas cotidianos de cada uno.

Sin duda, aquella foto sonriendo fue hecha, no soy el poseedor de tal imagen, en cambio, poseo muchos más recuerdos de aquella noche que si bien acabó pronto, consiguió sorprenderme.

Y a qué viene el miedo, muy sencillo, miedo a confiar de nuevo en personas, miedo a abrirme de nuevo a un mundo, sin tener la certeza de que a pocos metros se encuentre un muro que vuelva a herirme…

sábado, 15 de noviembre de 2008

Tren con destino MI felicidad!!


Era el momento de partir, el tren salía de la estación y yo estaba sentado en mi asiento, esperando todavía que apareciera él, que apareciera la persona que provocó mi partida. Lo necesitaba, ya no podía soportar más la indiferencia, o por lo menos la falta de detalles. Llevaba tiempo sabiendo que las cosas no iban bien, que la amistad no es un título nobiliario, sino una relación que implica esfuerzos y apoyo por ambas partes. Tanto dar sin recibir, me ha llevado a este tren, sin destino preciso, pero con estaciones en las que sé que mis verdaderos amigos estarán, dispuestos a tomarse un simple café conmigo, para amenizarme la espera.

Aún recordaba aquellas conversaciones sin fin, en las que me esforzaba para intentar calmar la amargura y decepción que podía percibir en sus palabras. Aquellos paseos por la ciudad, descubriendo calles por las que nunca pasé, y que ahora siempre me recordaran esos momentos. Todo ello se ha convertido en mi equipaje, un abultado y pesado equipaje que me era imposible cargar en el tren. Decidí quitar lo superfluo, decidí aparcar los sentimientos, y aún con ello, me quedaban 2 maletas de recuerdos.

No soy rencoroso, no busco la gloria, ni mucho menos que me den una palmadita en la espalda. Lo único que quería, lo único que necesitaba para haber roto el billete de tren, era un detalle, un gesto que me indicase que todo mi esfuerzo no fue en vano, que aunque sólo una vez, sólo una noche, conseguí hacerte olvidar tus preocupaciones e incluso hice aparecer esa traviesa sonrisa con la siempre te recordaré.

No fui tan siquiera capaz de romper las fotos que me hice contigo, el motivo era sencillo, te quise, tanto que los recuerdos se grabaron en mi pasado, así que de poco iba a servir romper un papel en el que se podía ver mi felicidad. Recuerdas lo que me impliqué, recuerdas mis llamadas a altas horas de la noche, buscando tan solo un abrazo tuyo, o incluso cuando me despertaba por las mañanas en mi cama, miraba inconscientemente el móvil esperando ya no tener un mensaje tuyo, sino al menos una llamada perdida que demostrase que yo era algo más que un paño de lagrimas para ti. Todo esto fue minando mi moral, fue convirtiéndose en una pesada cadena que cargar, pero no era el hecho de que fuese pesada, sino que era yo y sólo yo, quien cargaba con todo el peso.

Llegué incluso a desesperarme, hasta tal punto, que incluso te supliqué que me dijeras que querías que fuera, puesto que yo estaba dispuesto a serlo por ti. Ni aún arrastrándome fui capaz de que llamar tu atención.

Se cerraron las puertas del tren, todo indicaba la marcha inminente, y justo en este momento me planteé que era lo más doloroso para mí. Si el hecho de haber sido capaz de todo por ti, sin que tú me demostraras ser merecedor de ello, o el haber renunciado a mi orgullo para intentar mantenerte a mi lado.

En el momento en el que la mitad del tren ya estaba fuera de la estación, desde el penúltimo vagón, el mío, creí ver una cara familiar despidiéndome en el andén. Inconscientemente pensé que eras tú. Nunca dejaré de ser un ingenuo, puesto que al fijarme bien, tan siquiera era a mí a quien esa persona estaba despidiendo…

lunes, 3 de noviembre de 2008

Billy Elliot


Ayer tras intentar ver online la película de tésis que tantas veces me han recomendado, y debido a mi fracasada conexión de internet, me puse a ver una de las películas que tengo guardada en el ordenador.

No sé si será porque me meto en el papel o qué, pero ésta vez lloré en varios momentos de la peli, y debido a ello, creo que se pueden destacar 4 líneas argumentales en lo que a sentimientos me provocó.

1. El hecho de que Billy quiera ser bailarín.
2. El hecho de que su amigo se vista de mujer.
3. La despedida de la abuela.
4. El fin de la huelga de mineros.

Podría poner muchos más momentos, pero fueron éstos los que me hicieron pensar, y por ello, voy a intentar escribir una de mis historias/relatos/hechos personales, para cada uno.

Primer día de colegio


Primer día de colegio, todos los niños de 4 años lloraron al ver que sus padres salían de aquel cuarto tan grande donde les dejaban con una señora que no conocían de nada y con muchos niños bobos que lloraban sin motivo aparente. Todos los niños, excepto Lucía y Jaime. Ellos mismos se sorprendieron de ser los únicos, así que de seguido cuando esa señora dejó en varias mesas pinturas y hojas con dibujos, decidieron ponerse juntos a pintarlos.

Desde ese primer momento se hicieron uña y carne, tanto era así que al cabo de varias semanas, cuando Paula (aquella señora que les decía que hacer) apagó las luces para que se echaran la siesta, Jaime vio que Lucía se había dejado su edredón en casa, y que no tenía donde apoyar la cabeza, y por primera vez decidió compartirlo con ella. Este hecho no hubiese llamado la atención a Paula si no fuese porque los padres de Jaime la dijeron que éste no dejaba ni a su hermano pequeño Juan el edredón, y que estuviera atenta, porque Jaime se enfadaba mucho si alguien lo tocaba.

Un día, estaban hablando de profesiones, y la “seño” fue preguntando uno a uno a que se dedicaban sus padres. Por cuestión de azar, Lucía y Jaime fueron los últimos. Cuando la “seño” le preguntó a Lucía, esta contestó:

-Pues mi papá se dedica a hacer casas, y mi otro papá se dedica a hacerme fotos.
Muchos de sus compañeros se quedaron sorprendidos y la “seño” que ya sabía todo, decidió pasar a Jaime y hacerle la misma pregunta. Él respondió:

-Mi papá se dedica a operar a la gente y mi mamá no trabaja porque se encarga de cuidar a mis 6 hermanos y a mí.

Al llegar a casa, Jaime, que desde que le regalaron su cámara Fisher Price por su cumpleaños, tenía el sueño de ser fotógrafo, comentó que a partir de entonces, su ídolo era Dani el papá de Lucía.

Desde el día de las profesiones, Lucía empezó a notar que algunos compañeros (los tontos, según ella contaba a sus padres) no querían jugar con ella a pilla-pilla en el recreo.

Al principio los padres de Jaime se quedaron petrificados, puesto que el padre que iba a buscar todos los días al colegio a Lucía, Sergio, sabían que era arquitecto, por lo que preguntaron a Jaime si estaba seguro que el padre de Lucía no era arquitecto, a lo cual Jaime respondió:

- Sí, el otro papá de Lucía es arquitecto, pero yo no quiero ser eso mamá, yo quiero ser como Dani, fotógrafo.

Los padres de Jaime por su forma de vida, no entendían la existencia de parejas del mismo sexo, pero por primera vez, habían aprendido algo de su hijo, al cual le daba igual quienes fueran los padres de Lucía, él sólo tenía claro que se lo pasaba bien con su amiga.

Los padres de Jaime se hicieron una pregunta….
[b]¿si a él no le importa, por qué nos tiene que importar a nosotros?[/b]
Llegaron a una conclusión…el ser padre no tiene que ver con la condición sexual, sino con la educación y ética de los padres, de que sabrán inculcar los valores correctos a sus hijos e hacerlos felices…y en este punto estaban seguros de que

domingo, 2 de noviembre de 2008

Locura en Berlín


Era una mañana fría, amaneció nublado el cielo de París, pero en una pequeña habitación había una persona inquieta, no paraba de introducir ropa en una pequeña maleta. Esa persona iba a coger un vuelo con dirección a Berlín, donde más que una ciudad le esperaba una gran pareja de amigos, que lo acogerían durante los 8 días que se encontraría en una de las ciudades que marcaron la historia del siglo XX.
Tras despedirse de la única persona realmente importante para él en la que era su nueva ciudad, llegó con apuros a coger el avión, no sin antes pararse en una tienda del aeropuerto para llevar un obsequio a sus anfitriones.

Una vez allí, no paró de visitar y moverse por la ciudad, sin olvidar su bufanda, que se convirtió casi en su amante, pues no se separo de ella debido a las gélidas temperaturas que acechaban detrás de cada monumento, y mucho menos a su compañera de viajes, su cámara azul que inmortalizó momentos demasiado variopintos.

Cada día era un reto, cada día había que soportar las inclemencias del tiempo para poder llevar a cabo el planing previsto, hubo alteraciones, pero lo más importante no lo dejo pasar, logró disfrutar de sus amigos y deducir que la gente que los rodea allí, en su nuevo hogar, es tanto o más válida que los amigos que en su día hicieron en común. Los paseos en taxi a altas horas de la mañana, el pasear en bici por la noche alrededor del monumento a los rusos muertos, un sinfín de experiencias enriquecedoras, e incluso cómicas.

Por las noches, también dispuso de oportunidades de conocer el otro Berlín, sin ser un fiel seguidor de la cerveza, consiguió sobrevivir acabando más de una vez con piezas perdidas del puzle de la noche, que posteriormente trataba de encajar gracias a sus amigos.

La apoteosis llegó con Halloween, puesto que todos los planes previstos de antemano, incluyendo el hecho de esconder petaquillas, se fueron al traste, dando lugar a una de las noches más surrealistas que había vivido. Empezando por tener que comunicarse en inglés con personas de nacionalidades variopintas, siguiendo por mezclas nada recomendadas, para terminar con bailes subidos de tono entre renos ceñudos y miércoles morenas.

Al volver de nuevo en el avión, sólo puso un pero a su estancia allí. Uno de los objetivos que se había puesto, no lo había cumplido, no fue capaz de vencerse a sí mismo y afrontar una de sus realidades más ocultas.