martes, 9 de diciembre de 2008

Soledad : Consentida o Impuesta?


Amanecí a las 11 de la mañana, era martes 9 de diciembre, debería estar contento pues a través de mi pequeña ventana parisina, caían copos de nieve, que quizás cubrirían los alrededores de los monumentos, volviéndolos si cabe más impresionantes.

Digo debería, porque no lo estoy. No sé cómo definir mi estado de ánimo, sé que quedan pocos días para Navidad, sé que he tenido la suerte de que tanto mi familia como dos amigas hayan venido a verme desde el jueves hasta hoy. No hace falta que entre a valorar estos días, puesto que si hubo algún momento en el que pensé que no podría con tanto ajetreo, después me di cuenta de que a partir de ahora tengo más sitios “emblemáticos” que visitar. Bares, calles, iglesias, restaurantes, hoteles. Sin fin de esquinas de la ciudad en las que pasaron las cosas más inverosímiles que pueda imaginar. Todos esos lugares se han vuelto por siempre jamás recuerdos en mi memoria.

Sonaría prepotente si digo que estoy un poco cansado de los monumentos parisinos, y en verdad así sería, si los hubiese seguido visitando solo. El sábado fui con mi familia al Sagrado Corazón y el domingo volví a ir con mis amigas. No fue igual, con cada uno de ellos el momento fue mágico a su manera, irrepetible aunque pasase por las mismas calles, diferente aunque las fotos estén hechas en los mismos sitios. Me di cuenta que no son sólo los monumentos los que hacen increíble esta ciudad, sino la magia que rodea cada situación.

Puedo decir bien alto que he sido feliz, me he dado cuenta de que si bien estoy prácticamente solo en esta ciudad, no es así en lo referente a mi vida.

He estado pensando toda la noche acerca de este texto que iba a escribir, quería que llegara ya la mañana para ponerme delante del ordenador y comenzar a escribir bajo este título que tan claro tenía. Soledad, cierto que creo que lo hago por miedo, evidentemente en un inicio era impuesta, pero ahora tengo un extraño sentimiento que me impide abrirme a nuevas personas, no sé si por el hecho de temer que sean pasajeras, o por el burdo sentimiento de traición que me viene a la mente, al pensar que podría confiar en gente nueva, desatendiendo a aquellas personas que han vivido muchas situaciones conmigo. Por lo tanto, ahí me queda la duda, ¿es una soledad consentida o impuesta por mi cabeza?

París, quién me diría que después de tanto esfuerzo por conseguir tenerte en mi vida, no significarías ni la mitad de lo que es tener cerca a los míos. Soy romántico, quizás incluso demasiado, lo que hace que con mi maldita sensibilidad, me pasee por tus calles soñando con un día en el que te visitaré de la mano de alguien. Desconozco si ese sueño se cumplirá, en verdad empiezo a no creer en el amor verdadero. Sin embargo, siempre estarás en mi cabeza cuando quiera recordar buenos momentos vividos.

Vuelvo a estar solo en mi habitación, con todos los recuerdos en mi cabeza, con todos los buenos momentos en el paladar, pero al mismo tiempo, con la sensación de soledad, con el miedo a salir a la calle sin la certeza de que tú estarás a mi lado no protegiéndome, sino apoyándome para no tener miedo a tropezar. En definitiva, esta sensación agridulce que corre por mis venas siempre que se acaba una visita.

No hay comentarios: