jueves, 16 de octubre de 2008

18 de julio


Tras un duro día de trabajo, o mejor dicho, tras muchas horas delante del ordenador intentando cuadrar el balance trimestral, volví a casa con el ánimo por los suelos. Ni tan siquiera el inminente fin de semana me hacía ver las cosas más positivamente.

Llegué a mi casa, o bueno, a mi apartamento de soltero, que ni mucho menos se asemejaba a aquello que pensé que tendría con 30 años, y como de costumbre fui directo a la ducha. Después, piqué alguna sobra de la comida, y me dispuse a ver un poco la televisión, aún a sabiendas que no habría nada interesante.

Al cabo de una media hora, recibí una llamada, cuanto menos inesperada. Se trataba de un amigo de la universidad, con el que perdí relación entre otros motivos, debido a que él se trasladó a la capital a trabajar. Me contó cómo había conseguido mi número, así como lo que había sucedido en su vida, a grandes rasgos, en estos últimos años. Se había casado, pero por motivos que no me quiso aclarar, tras año y medio de matrimonio, había terminado separándose. Debido a que su abuelo estaba gravemente enfermo, había vuelto a la ciudad unos días, y decidimos quedar a tomar algo, para charlar tranquilamente.

Mientras tomábamos una cerveza, no hicimos más que recordar los viejos tiempos, incluyendo el enfado por el que estuvimos 2 años sin dirigirnos la palabra. Todo fue debido a mentiras que reconozco que le conté, no sé si por miedo, por desconfianza, o qué otro motivo, lo único que sé es que aquello desembocó en separar nuestros caminos completamente. El me explicó después de tanto tiempo su visión de los hechos, y como era lógico, yo intenté explicarle las razones por las que me vi “obligado” a mentirle. Aún no estoy seguro de que las haya comprendido, puesto que ni yo mismo tengo muy claro porque llegué a incluso comportarme como una mala persona.

Sé que para volver a hablar, fui yo el que dio el primer paso, pero no me esperaba que me fuera a responder, es más, yo no lo hubiera hecho. Tras todo el tiempo sin hablarnos, me dijo que no guardaba ni rencor ni nada, simplemente había sido una experiencia más en su vida, que le había hecho reflexionar y por ello, dijo que no cerraba las puertas a una nueva amistad.

Recuerdo como si fuera hoy aquel día en el que la bola de mentiras se hizo tan grande que me estalló en las manos, un 18 de julio. Lo pasé mal, pero ya no sólo por la situación, sino por él, que siempre confió en mí y se llevó un batacazo tremendo al conocer la realidad, o mejor dicho, otra falsa realidad.

La conclusión que aún hoy saco es que nunca llegaré a conocer perfectamente a las otras personas. En mi caso, encontré un amigo incondicional, que no supe mantener, considero que quizás es demasiado buena persona, pero estoy seguro que todo lo que ha sembrado lo recogerá algún día con creces.

martes, 14 de octubre de 2008

Petit ange...Timéo


Me levanté esta mañana, me pareció raro que mi pequeño Timéo no hubiese venido a despertarme antes de la hora, como habitualmente hace, pero no le di importancia, supuse que estaría incluso él demasiado cansado, después del ajetreo del día anterior.

Como cada día, me levanté y preparé el desayuno para Julien y para mí, y me fui a la ducha para prepararme antes de levantar a los pequeños terroristas que tengo como hijos, Marie de casi 6 años y Timéo de 2 y medio.

Tras salir de la ducha, ví que Julien estaba todavía en casa, y que en vez de ponerse la camisa que le había preparado, se había puesto un traje negro. Le pregunté que por qué se había puesto el traje para ir a trabajar, que no me había dicho que tenía alguna reunión importante. En ese momento vi sus ojos...

Rapidamente fui a despertar a Marie, pero no estaba en su habitación, comencé a ponerme nerviosa, porque no sabía que pasaba, fui a la habitación de Timéo y tampoco estaba allí.

Empecé a chillar como una histérica a mi marido, quería saber donde estaban mis hijos, yo no recordaba haberselos dejado a mi cuñada como otras veces.

Volví al salón donde estaba Julien y según me vio, me abrazo y empezó a llorar. Ese abrazo me abrió los ojos, recordé rápidamente todo.

Ayer no había sido un día normal, al salir de la guardería con Timéo para ir al cole de Marie a recogerla, nos pusimos como siempre en la acera, él iba a mi derecha, y de repente oimos un fuerte ruido, segundos después, Timéo no estaba agarrado a mi mano, un coche lo había empotrado contra el muro.

Recuerdo también que me puse histérica pidiendo al conductor (una persona mayor inapta para conducir) que diese marcha atrás para poder coger a mi pequeño, una vez que lo hizo, lo cogí antes de que cayese al suelo, aparentemente estaba bien, no parecía que se hubiese hecho nada grave, simplemente estaba inconsciente. Lo guardé entre mis brazos hasta que vinieron los bomberos y la ambulancia y me lo quitaron de las manos.

A la media hora vino una médico y me dio la noticia.

"No hemos podido hacer nada por Timéo, lo siento muchísimo"

...

Ahora un año después, lo único que me queda de mi pequeño ángel es su habitación, no queremos olvidarlo, no queremos remplazarlo, y en verdad ya no tenemos ningún proyecto.




[Es una historia muy triste, pero es real, me he tomado la licencia de escribirlo a modo de historia, pero es un hecho que pasó el 3 de abril de 2007 en Francia. Buscando información de la historia, he llorado, y si la he escrito, es porque el pequeño Timéo me ha hecho pensar en la cantidad de tiempo que desperdicio siendo negativo...]

lunes, 13 de octubre de 2008

En una boda mi momento preferido es mientras la novia hace la entrada triunfal, mirar al novio que está esperandola en el altar



Ayer estuve viendo la película de "27 vestidos". Me da igual que se me tache de ñoño, cutre, o lo que sea, pero reconozco que al final termine llorando, si, no me importa decirlo.

El hecho no es que llorara por tristeza, puesto que como típica comedia romántica, acaba bien, sino que lloré por envidia...ojalá fuese yo la prota y encontrara un chico como él.

Cierto, sé que ultimamente estoy muy envidioso, porque pagaría por estar en 27 bodas y que la mía fuese la 28, lo que pasa que no creo que jamás encuentre al chico que me apasione.

Hasta el momento nunca tuve una relación seria. Cuando algún chico me gustó, el juego de conseguirlo me resultaba interesante, pero una vez que lo conseguía, perdía todo...

Ahora, en París, se supone que debería ser fácil por lo menos encontrar una persona en la que interesarme, pero alomejor es que me he vuelto muy exigente. Si soy gay, es porque me gustan los chicos, pero de un tiempo a esta parte, ya no me sirve que un chico sea o guapo o interesante, creo que ahora necesito que se cumplan las 2 condiciones, quizás porque empiezo a tener el sentimiento de querer tener novio duradero.

Quizás este sentimiento viene paralelo al hecho de que necesito una persona que esté a mi lado, que me apoye, para terminar de salir del puñetero armario que no deja expresarme con libertad...

O quizás porque viviendo en la ciudad del amor, qué menos que disfrutar de ella de la mano de alguien importante...en serio...la ciudad es conocida mundialmente como romántica, pero la realidad supera con creces a la ficción, y ahora con el otoño...

"En una boda, mi momento preferido es mientras la novia hace su entrada triunfal, mirar al novio que está esperandola en el altar"

domingo, 12 de octubre de 2008

Sí, lo soy


Hace un tiempo, aproximadamente un año, un chico quizás tímido e introvertido, decidió escribir en un papel típico de su generación una frase que según él se convertiría en su lema, la frase era "no sueñes tu vida, vive tu sueño".

Lo intentó llevar a cabo, salvando todos los obstaculos que le aparecían por el camino, pero ahora, haciendo un balance de los hechos, se ha dado cuenta de que en realidad sigue igual que antes de proponerse "su" lema.

Intentó sentirse orgulloso de sí mismo, o por lo menos de aquellos valores fundamentales que debe tener una persona y que él creía tener, pero siempre llegaba al punto de inflexión, en el que una de sus características hacia tambalearse al resto.

Sus amigos intentaban apoyarle y servirle de trampolin para coger autoconfianza y conseguir su propósito, vivir su sueño, pero su cabeza siempre estaba ahí para recordarle que jamás lo podrá hacer, que lejos de ser una tara o rareza, su característica "especial" se ha convertido en una pesada cadena que portar, e incluso teme no poder seguir avanzando.

Bien sabe, que cuanto más busca menos encuentra, pero con la suerte que también le caracteriza, ni siquiera dejando de buscar encuentra el punto de referencia a seguir y no seguir teniendo que admitir con miedo, que...

"Si, soy gay"

Lo que le faltaría añadir sería...."...y qué?" pero no tiene valor para aceptar determinadas situaciones implicitas con su condición sexual, y probablemente debidas a su entorno familiar y el ambiente en el que fue educado.