sábado, 27 de diciembre de 2008

Juan, a la mesa!


“Juan, a la mesa”. Así empezaba para él la cena de Nochebuena. Todos sus familiares estaban ya alrededor de la gran mesa, todos excepto su abuela, que estaba a su lado.
Hacía ya tiempo que era Juan el que se quedaba al lado de su abuela, para hablar con ella mientras el resto se preocupaban por sus regalos, o incluso por no tener que ayudar ni molestarse por nada.

Como todos los años desde que Juan tenía uso de razón, Papá Noel llegaba a su casa antes de la cena. Eran muchos nietos los que había en esa casa, pero rara vez en los últimos años, alguno de ellos “perdía” el tiempo en escuchar a su abuela, es más, muchos aseguran que la abuela de Juan no habla. Cierto es que nunca fue una señora que contara batallitas a sus nietos, pero Juan la quería mucho, por el hecho de que siempre se llevaron muy bien. Es una compenetración difícil de entender, pero les ha llevado a librar muchas batallas juntos (y al unirse la juventud con la experiencia, salieron victoriosos de casi todas).

Este año fue algo diferente. Juan conoció a la novia de uno de sus primos, y escuchó relatar por boca de su abuela el encuentro que ésta tuvo con el novio extranjero de otra de sus primas. Lo curioso fue el choque de ideologías, la abuela de Juan, es xenófoba, pero no en el sentido de que desprecie a las personas de otras razas, sino que no quiere que éstas entren a formar parte de su familia. Juan tuvo que escuchar algún que otro despropósito, en detrimento de los halagos que su abuela otorgó a la novia (española) de su primo.

El momento más angustioso de la noche, y que desde entonces no ha parado de dar vueltas a la cabeza, fue cuando su abuela, con toda la inocencia y la buena intención le preguntó:

“Y tú, ¿cuándo me vas a presentar una novia?”

¿Cómo reaccionar ante esta pregunta?, la respuesta Juan la tenía clara, nunca. Pero el precio de dar esa respuesta era demasiado elevado, prefería callar para no mentir, prefería cambiar de tema antes que defraudar a su abuela.

Juan quedó marcado por aquella pregunta, y durante toda la cena, intentó pensar en otras cosas, pero fue incapaz. Al terminar la cena, y tras jugar un rato con sus primos, se despidió de éstos hasta la próxima, puesto que su familia y él tenían que volver a casa. Una vez llegaron, Juan acompañó a su padre al garaje a dejar el coche, y durante el camino hacia su portal, hablando un poco de todo lo acaecido durante la noche, llegó el momento de comentar la opinión que les causó la novia de su primo. Lo que no esperaba es que su padre le hiciese un comentario:

“Un día serás tú el que nos presentes a todos a tu novia”

Ni que decir cabe que ya no había solución, estaba claro que esa noche Juan no dormiría, es más empezaba a sentir un nudo en el estómago porque empezaba a no entender la bola de mentiras que estaba creando, y no por el hecho de mentir, sino por no aclarar aquellas respuestas que debía haber dado en su momento. No quería decepcionar a su familia, no quería ver la vergüenza en el rostro de su abuela al escuchar la frase:

“Abuela, soy gay, así que en todo caso algún día, cuando lo tenga, te presentaré a mi novio”

¡Feliz Navidad y Prospero 2009!

2 comentarios:

Iván dijo...

Poco antes de que acabara la clase el profesor, dirigiendose a los alumnos de la ultima fila exclamo : JUAN, LEE.

A lo que este respondio:
No se leer.

El profesor de nuevo le dijo:
Juan, no leas.


Las ocasiones no siempre las marca el destino.

Madness in Paris dijo...

........así me quedé....
más que nada porque no entendi el post :S

Y sí, yo no creo que todas las ocasiones las cree el destino, pero me gustó la frase xD