jueves, 1 de abril de 2010

En busca de la salida


De qué sirve sufrir, Para qué sirve pensar en las personas del pasado? Acaso ellos piensan en nosotros y sufren como nosotros lo hemos hecho?

Muchas preguntas se amontonan desde hace unos días en mi cabeza, quizás porque resulta que me estoy dando cuenta de que la vida del trabajador es muy solitaria si después cuando llegas a casa no tienes a nadie con quien hablar. Y más teniendo en cuenta que por el momento no se puede llamar casa a las cuatro paredes en las que yo duermo.

Hace tiempo escuché que es positivo que las personas sufran, expresando con ello que tienen sentimientos. A veces me planteo si el sufrimiento esta liado a la ignorancia, puesto que yo, que si lo pienso fríamente, no tengo motivos serios para estar triste, no me siento feliz. En cambio, un niño de África, que no sabe si tan siquiera tendrá agua potable para beber, consigue disfrutar al máximo con los pocos recursos que tiene. No pretendo hacer demagogia, puesto que soy el primero que está diciendo que sufre sin demasiado sentido. Simplemente que como de costumbre, doy demasiadas vueltas a las cosas.

Hay veces que no veo la salida, pero en este caso, en este preciso instante, tengo claro que debo huir. Creo que no lo hago en la dirección correcta, puesto que creo que me meto un poquito más en la boca del lobo, pero al mismo tiempo, saldré de la ciudad de las luces. Quien diría que la ciudad de mis sueños me está impidiendo precisamente realizarlos…

Dicen que huir es de cobardes, y en verdad así lo creo. Creo que el día que cogí mis maletas y salí de casa de mis padres muchos pensaron que fue un acto de valentía, pero en el fondo de mi corazón, yo sabía que era un acto de cobardía, que era una huida hacia un lugar donde poder encontrarme. Esa huida no tiene nada que ver con esta, ya sé quién soy, quizás no es 100% quien querría ser, pero poco a poco las experiencias y mis valores me irán llevando a ser esa persona que quiero. Esta huida es para buscar un punto en el camino recorrido desde el que crear una bifurcación. Un punto en el que por fin vea en el espejo al chico que se está quedando en los huesos, y reaccione. Un punto en el que por fin comprenda que ese acto de cobardía enorme que me saco de mi país ha dado sus frutos, que no mucha gente tiene la « suerte » que he tenido yo, de aprender a base de bofetadas en poco tiempo lo que la vida real nos depara. Ya nunca más seré aquel niño que salió de casa, hay veces que me comparo a mis compañeros, mis amigos, y veo que hay cosas que han cambiado, ya no veo ni importantes los enfados que llevaron al final de varias relaciones de amistad.

Es cierto que el tiempo aclara las cosas, y sobre todo relativiza las situaciones. No me creo precisamente maduro, porque siempre intentaré guardar mi pequeña parte de Jaimito, esa parte que se alegra por bobadas, esa parte que esta siempre pensando en cómo sorprender a los otros. Y la guardo, por el simple motivo de las alegrías que me llevo cuando por ejemplo alguien me envía un mail, o simplemente cuando alguien me viene a hablar al msn.

Supuestamente soy católico, más por educación que por creencia propia. Claro que creo que hay algo que escapa a nuestro conocimiento, pero en verdad, tengo la ferviente creencia de que al final todo lo que damos, lo recibiremos. Se puede llamar karma o como sea, pero creo que si te guías con un poco de coherencia, en algún momento de tu vida, serás recompensado.

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