martes, 30 de marzo de 2010

La Huída


Llegué corriendo al tren. Para variar, el metro se había parado en medio de una estación, y yo que, como de costumbre, iba con el tiempo justo, tuve que correr por la Gare de l’Est. Una vez en el vagón, me dispuse a leer mi nuevo libro. Una locura de mi última estancia en España. Decidí que quería aprender un idioma nuevo, y en vez de perfeccionar el inglés como hubiese hecho cualquiera, decidí que el ruso, por sus caracteres cirílicos, sería mi elección.

Desgraciadamente, los hechos o quizás la situación de la semana, me llevaron a abstraerme del capítulo que inicialmente me había propuesto estudiar, para llevarme de nuevo a mi mundo de sombras, del que parece que mi subconsciente no quiere salir. Este viaje era una huida. No hace ni dos semanas que estoy aquí, y ya necesito salir de esta locura. En parte tengo miedo, ya no solo por el gasto económico que conlleva, sino porque la ciudad de mi sueños se está convirtiendo últimamente en la ciudad de las incoherencias, e incluso de las pesadillas.

Jamás fui una persona olvidadiza, pero últimamente he perdido demasiadas cosas, he incluso he llegado a plantearme que es debido a que tengo demasiadas otras en la cabeza, que hacen que no me centre en todo. En el trabajo, la verdad que estoy un poco decepcionado, puesto que aunque ya sé que en Francia jamás se anima a la gente cuando hace algo bien, el hecho de solo recibir palabras ilegibles escritas en los documentos redactados por mí, me hace pensar que 7 meses van a ser demasiado largos, si no remonto la cuesta.

Esta mañana me levanté contento, con ganas de comerme el mundo, porque por la noche estaría en otra ciudad, porque por la noche mi mundo estaría al lado de una persona que siempre me hace reír, aunque desgraciadamente esta persona sea la mejor amiga del tiempo pasado. Un tiempo pasado, que no deja de influir en mi presente, y que aun creyendo en el mañana, siento que influenciara mi futuro. He intentado dejarme llevar por la corriente, he intentado dejar de pensar, incluso dejar de idealizar a las personas que me voy cruzando por mi vida. Pero soy incapaz, no puedo parar, tengo el terrible defecto de ver las virtudes de los otros, y los defectos en mí. No soy capaz de creerme un « héroe » ni dormido. Oníricamente hablando, estas semanas están siendo demasiado raras, me despierto varias veces por la noche, sobresaltado con las historias más variopintas e inimaginables, y lo único que hago es mirar el móvil, para ver cuánto tiempo me queda antes de que el despertador suene. Siempre me pongo contento, excepto la última vez que lo miro cada noche, porque o bien el azar o bien el destino, hacen que lea 7h08 es decir 2 minutos antes de comenzar el día.

Hace días leí una frase que me impacto, supongo que por el hecho de darme cuenta que funciona perfectamente conmigo. Si la gente me ve por la calle, tiene que pensar que soy feliz, porque mi sonrisa siempre está a la vista, sin embargo, el sufrimiento que llevo por dentro me sorprende incluso a mí mismo. Últimamente veo en este blog la necesidad de desahogarme, la necesidad de hablar con alguien para soltar la carga. Y qué mejor que hablar con uno mismo, para intentar comprender las incoherencias que te llevan hasta la situación actual. Estoy ya cansado de esparcir mis sentimientos con mis amigos, por el simple hecho de que estoy seguro de que ya tengo que cansarlos.

Una patología bipolar debe de estar llegando a mi vida, porque soy capaz de pasar de estar triste e incluso llorando, a incrustar en mi rostro la sonrisa y vaciar mi cabeza hasta parecer tan simple y hueca como una barbie. De nada sirve que me plantee el futuro, cuando de momento no soy capaz ni de afrontar el presente. Sé que mi sitio esta aquí, por lo menos hasta octubre, se que muchas experiencias me esperan, pero lo que en estos días no tengo nada claro es tener las armas necesarias para llevar a cabo el renacimiento del fénix y volar más alto todavía.

Afortunadamente, el tren ya esta aminorando la marcha, y con ello mi mente se aleja de las sombras. Una cosa esta clara, mi huida se ha llevado a cabo con éxito, dispongo de unos pocos días para sanar mis heridas, para ver que un futuro es posible una vez el presente haya sido restaurado.

N.A. Sé que este texto no se merecería ni ser tan siquiera publicado, no tiene ni calidad, ni historia, ni nada. Solo refleja el pozo en el que un chico supuestamente joven se ha caído, y del que no sabe cómo salir. Muchas cosas en la cabeza, pero verdaderamente sin los apoyos necesarios a mano. Nunca fui una persona cariñosa, simplemente por el hecho de que reservo mis abrazos, mis besos y mis carantonas para las personas que verdaderamente me inspiran un sentimiento especial. En estos momentos, creo que algo se rompió en mi interior, y lo único que me gustaría tener seria un abrazo, unos brazos en los que poder soltar aun mas lagrimas, pero que después sigan ahí para recibir toda la serenidad que emanare tras el llanto.

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