viernes, 2 de abril de 2010

Diario de un suicida


Ya está casi todo preparado. Hace semanas que estoy buscando todo lo necesario para llevarlo a cabo, pero siempre me queda la duda de si al final tendré el valor. Sé que es una salida, para muchos desde fuera la mas fácil, para otros la mas absurda, pero para mí desde dentro, me parece la más obvia. Cuando no tienes nada más que hacer y nada más que aportar a la gente, mejor quitarse de en medio.

Gracias a este objetivo que me puse, la verdad que estas últimas semanas han pasado mucho mas rápido. Incluso he tenido estrés por conseguir el material necesario, puesto que evidentemente no existe una tienda de los suicidios. La gente de las tiendas cuando les explico lo que quiero, siempre se quedan extrañados, porque de seguido me preguntan para qué lo quiero, y mi respuesta obvia les provoca gestos caricaturescos de terror.

Solo hubo una persona que me encontré por la calle, que me hizo pensar profundamente en mi decisión. No sé por qué empezamos a hablar, supongo que sería fruto del destino, o quizás el azar, pero el hecho es que ahí estaba yo, en medio de una calle que no conocía de aquella gran ciudad, hablando con un sin techo. Nos sinceramos rápidamente, sabiendo que sería la primera y última vez que nos veríamos, pero con el feeling especial de saber que alguien quiere escucharte. Tras contarle mi historia, y mi decisión, el me miro extrañado. Pero su mirada no tenía nada que ver con aquellas otras de los vendedores, su mirada no era de terror, ni tampoco de pena, simplemente de incomprensión. El me conto sus problemas, y me dijo que también se le había pasado por la cabeza el suicidarse, pero que el día previsto, tuvo otra cosa que hacer. Me sorprendió en exceso esta respuesta, COMO VAS A TENER OTRA COSA QUE HACER EL DIA DE TU SUICIDIO??? Me explico entonces, que su abuela se puso enferma en el hospital, y que la única persona a la que había nombrado era a él. Evidentemente, hacía tiempo que su modo de vida había llevado a su familia a despojarle del apellido y por supuesto el trato era nulo, pero ellos hicieron el esfuerzo de encontrarlo en su esquina de siempre, esa esquina que llevaban 5 años evitando para no sentir vergüenza y deshonor, para contarle la última voluntad de su abuela.

Tras toda la historia que verdaderamente me afligió, me dio el consejo más sencillo que recibí desde que inicie mi objetivo final. Me dijo que si me quería suicidar, que no perdiera el tiempo en tantos preparativos, simplemente que fuera al metro y saltara a las vías del tren. Me dejo perplejo su aplomo a la hora de decirlo, y no pude más que preguntarle por qué no lo había hecho el antes. Otra vez, me sorprendió con su respuesta. Desde el día en que su abuela lo había requerido, el comprendió que dentro de que su vida es miserable, siempre había alguien que pensaba en el, « siempre hay alguien que en el último momento va a intentar sacarte del pozo » me dijo. Y es precisamente por ese alguien, por lo que él no se tiro a las vías. Simplemente por no dar el salto, sabiendo que con su acto dejaba al menos a una persona triste.

Tras hablar con este hombre, le deje todos los utensilios que había ido recuperando a lo largo del último mes, agradeciéndole la conversación amena que tuvimos y salté.

N.A. Como muchos otros, creo que el suicidio no es la solución, la vida esta para vivirla, y si no te gusta, poner todos los medios a tu alcance hasta convertirla en TU vida. Hasta el más necio tiene personas a su alrededor que llorarían su perdida. Conclusión: no lo hagas, estés donde estés te arrepentirás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hazte caso en tus últimas palabras, todo el que se quiere suicidar es porque se siente sin control sobre sí mismo o quiere sentirse de esa manera. Es más fácil buscar compasión dandole a entender al mundo que no quieres vivir, y amenazar, ladrar con ello. Es más fácil chupar la energía de tu entorno antes que iluminar la tuya propia, es más fácil darse la vuelta cuando uno se mira en el espejo y huir, y es que realmente el camino está solapado por ramas. Es un bosque de penumbra a través del cual hallarás a tu propio yo si te atreves a meterte en él, todo lo demás es saltar por el precipicio, todo lo demás es estúpido para tí y para todos