viernes, 3 de junio de 2011

Otro día más en mi extraña vida


Ayer volví a la locura, volví al pasado para darme cuenta de que las cosas se quedaron donde debían. O al menos eso es lo que intento decirme al no comprender muchas actitudes.

Semana corta donde las haya. Empecé mi peripecia en Londres, afrontando un reto importante para mí. Volví a la ciudad de las luces con poca energía, pero con el alma más tranquila. Tranquilidad que duraría poco debido al siguiente viaje programado. Viaje en un inicio previsto para descansar, reflexionar y disfrutar, pero que se convirtió en un avance de “viviendo con el enemigo”.

Todo el mundo está durmiendo después de la fiesta de ayer. Todo el mundo menos yo. En un salón de inspiración francesa, pero decorado con el presupuesto que pueden tener unas estudiantes me encuentro escribiendo sentado en un sofá de los años 60. El idílico momento de paz y sosiego se ve interrumpido cada poco por los dos lindos gatitos que no paran de jugar y pelearse entre ellos. Entre sus cualidades no están ni la de dejarme escribir tranquilo, ni la mecanografía (a no ser que las palabras en idioma gatuno sean solo números) pero son tan ricos que me encantaría poder llevármelos a ambos.

Volviendo a esta locura de largo fin de semana, siento que vuelvo a los orígenes. Siento que las sesiones con el psicólogo no han conseguido todavía cambiar mi cabeza. Sigo pensando demasiadas cosas a la vez, y al mismo tiempo olvido disfrutar de cada momento. Ayer fue el primer día desde hace tiempo que me sentía un poco excluido. No por la gente, que me prestaba la atención básica, sino por aquella persona que mi subconsciente llama “enemigo”. Ya ha pasado mucho tiempo. Quizás incluso demasiado. Pero ahora me doy cuenta de que no veo ninguno de mis ideales en su persona. Antes lo consideraba genial, ahora simplemente uno más, con otro bonito complejo de inferioridad a las espaldas.

Fue él la última persona que me tocó. La única persona en mi vida a la que permití traspasar barreras inimaginables en mi cabeza. Pero todo tiene un precio, y el mío es un largo periodo de reflexión aderezado con terror a que alguien me toque, ¿ existirá la tactofobia ?.

Tras él, vino el miedo. Y con él, la soledad. Me fuerzo día a día para seguir el ritmo de los otros, pero creo que mi escasa alimentación está causando mella. Ya no consigo ni dormir tranquilo. Sólo consigo soñar despierto, aun a sabiendas que el único que posee la llave de mi futuro soy yo.

Esta noche he estado pensando. En nada voy a alcanzar los 26 años, y lo más triste es que llevo semanas creando castillos en el aire para estar solo en ese día. A partir de más o menos ese día, una aventura nueva comienza, pero empiezo a creer que nunca seré enteramente yo mismo si no afronto de una vez por todas mi realidad.

En medio de la noche se me ha ocurrido una idea revolucionaria. Irme por sorpresa a casa de mis padres por mi cumpleaños. No sólo por verlos y salir de fiesta con mis amigos, sino para asumirme delante de ellos.

He repasado en mi cabeza todas las series, películas o libros que han pasado por mis manos en los que alguien anunció la “buena nueva” a sus padres. He pensado incluso el discurso que contaría. Las posibles reacciones, tanto las histéricas como contenidas, pero me supongo que como siempre, es mucho más fácil soñar despierto en la cama que afrontar el reto de vivir mi vida.

Siempre pensé que necesitaría de un novio para tener el valor de hablar con mis padres. Empiezo a darme cuenta de que jamás podré tener una pareja estable si no estoy bien conmigo mismo. Y aunque algunas personas me han aconsejado vivir mi vida al margen de mi familia ultraconservadora, el único modo de sentirme bien en mi propia piel es diciendo de viva voz lo que creo que ya todos suponen.

En próximas entregas veremos si lo que germinó en mi cabeza durante el duermevela llega a algún sitio o si se queda una vez más en una utopía. Hace un tiempo utilizaba una frase para evitar el fin, ahora es para evitar el comienzo (y supongo que el miedo a la decepción). Aún con eso,

“Ya veremos!”

P.S. Hace mucho que no sé de ti. Ni por msn, ni por mail, ni nada. Y necesito saber algo de ti. Mi vida sigue dando tumbos y me gustaría tener tu opinion! Sé que antes o después leerás esto...te echo de menos...

No hay comentarios: