domingo, 13 de marzo de 2011

Everything’s Ok!



¿Y si nos empeñamos en ocultar cosas a nuestra familia pensando que les hacemos un favor?

Desde que puse distancia de por medio, aprendí una lección que puede que no sea totalmente cierta. Mi vida es mía, yo soy yo, y mis problemas son míos. Muchas veces tergiverso la información que llega a mi familia. Es cierto que un filtro o una censura son necesarios en muchos de los casos. Al fin y al cabo, la mayor parte de mis problemillas no pueden ser resueltos por ellos. La distancia es muchas veces el mayor aliado de la soledad. Y el mayor enemigo de la verdad. Es tan sencillamente fácil mentir cuando no mostramos nuestra cara, que corremos el riesgo de engañarnos a nosotros mismos.

Creo firmemente que engaño a mis padres contándoles lo magnífica que es mi vida, evitando oficialmente preocupaciones innecesarias. Sin embargo, tengo la ligera impresión de que notan en los acordes de mi voz si les estoy contando la verdad, cual polígrafo en un juicio.

El problema reside en que también censuro las cosas buenas. Lo cual considero bastante triste. Esta vez no por miedo a preocuparlos, sino por miedo al rechazo, a la decepción.

He intentando ser el hijo que querían, con mis excentricidades, mal comportamiento y bordería, pero al fin y al cabo, intentándome basar en los sueños que proyectaron en aquel mico que nació un 18 de junio. No soy así, y tengo miedo de su reacción al saber quien soy verdaderamente. Miedo al demostrarles que aunque me muestre lejano a ellos, ocupan gran parte de mis pensamientos, incluyendo si aprobarían los pasos que voy dando.

No soy lo que querían, pero sí tengo gran parte de los valores que me inculcaron. Y la familia es uno de ellos. El más importante. Lo único que me impide buscarme la vida en continentes lejanos son ellos. El hecho de no poder estar a su lado si algo malo ocurre. Porque afortunadamente para las cosas buenas siempre hay una planificación.

Pero al mismo tiempo, lo único que me impide hacer mi vida a su lado, es ver sus caras al conocer facetas de mi vida supuestamente ocultas a sus ojos. Principalmente una, que forma parte de mí, que me ha hecho como soy, y que ha modificado características fundamentales de mi persona.

Desde pequeño mis hermanos y yo hemos soportado una gran presión. Evidentemente, desde el ánimo de la superación y no de la destrucción. Pero dicha presión o ambición inculcada, provoca fisuras difícilmente reparables. En mi caso, inseguridad. Y como daño colateral, una falsa muestra de desarraigo familiar.

Sin embargo, la realidad es que la familia es el pilar fundamental de nuestras vidas. Sin ellos nos quejamos de que no están, y con ellos nos quejamos de que nos cansan. Paradojas de la vida. Como todo, quien está soltero ansía tener pareja, y quien está en pareja, no le encuentra más que problemas a dicho status.

Bromas aparte, gracias a quien sea, puedo decir que “todos estamos bien”. La perfección no existe, y en cada familia cuecen habas, pero en lo básico, everything’s Ok!

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