lunes, 13 de octubre de 2008

En una boda mi momento preferido es mientras la novia hace la entrada triunfal, mirar al novio que está esperandola en el altar



Ayer estuve viendo la película de "27 vestidos". Me da igual que se me tache de ñoño, cutre, o lo que sea, pero reconozco que al final termine llorando, si, no me importa decirlo.

El hecho no es que llorara por tristeza, puesto que como típica comedia romántica, acaba bien, sino que lloré por envidia...ojalá fuese yo la prota y encontrara un chico como él.

Cierto, sé que ultimamente estoy muy envidioso, porque pagaría por estar en 27 bodas y que la mía fuese la 28, lo que pasa que no creo que jamás encuentre al chico que me apasione.

Hasta el momento nunca tuve una relación seria. Cuando algún chico me gustó, el juego de conseguirlo me resultaba interesante, pero una vez que lo conseguía, perdía todo...

Ahora, en París, se supone que debería ser fácil por lo menos encontrar una persona en la que interesarme, pero alomejor es que me he vuelto muy exigente. Si soy gay, es porque me gustan los chicos, pero de un tiempo a esta parte, ya no me sirve que un chico sea o guapo o interesante, creo que ahora necesito que se cumplan las 2 condiciones, quizás porque empiezo a tener el sentimiento de querer tener novio duradero.

Quizás este sentimiento viene paralelo al hecho de que necesito una persona que esté a mi lado, que me apoye, para terminar de salir del puñetero armario que no deja expresarme con libertad...

O quizás porque viviendo en la ciudad del amor, qué menos que disfrutar de ella de la mano de alguien importante...en serio...la ciudad es conocida mundialmente como romántica, pero la realidad supera con creces a la ficción, y ahora con el otoño...

"En una boda, mi momento preferido es mientras la novia hace su entrada triunfal, mirar al novio que está esperandola en el altar"

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