miércoles, 26 de enero de 2011

Diario del dia más doloroso (Hasta pronto Abu!)

Mi abuela se murió. El domingo a la hora de comer. Me dio un ataque de ansiedad o yo que sé, pero no paraba de temblar. Yo en Paris y mi abuela en Valladolid. Los compañeros de piso de mi amiga Laura, me ayudaron a comprar el billete (para 2h después) y demás. Fui llorando como era de esperar, y llegue a mi casa a las 2am. Mi padre fue a buscarme a la estación de buses, llegamos a casa, y mi madre estaba despierta. Yo no tenía tampoco sueño, aunque estaba súper cansado. Al final me fui a la cama, porque al día siguiente nos esperaba una agenda repleta.

A las 9 de la mañana tocaron diana para prepararse. A las 10 teníamos una misa en el tanatorio (el salvador) oficiada por el cura de allí para todos los difuntos del día en general. La verdad que hizo una homilía como para irse de la capilla, echando en cara a los jóvenes el no creer en dios, que no hay que poner rosas a los muertos, puesto que se marchitan, que hay que darles las "rosas" en vida...en fin, que será que estaba yo muy susceptible pero fue mejor que no me lo cruzase a la salida. Si no fueran tan anticuados, si no fueran tan capullos, ni tan hipócritas, creería en la iglesia. Soy gay, la iglesia piensa que soy un enfermo, esa iglesia que está llena de curas homosexuales, que en vez de afrontar su realidad se han metido allí "por si las moscas"...en fin, incongruencias que impiden que pueda comulgar con esa forma de vida.

Total que después de la misa, saludar a mis tías...y familia...esto lo sobrellevé bastante decentemente, llego la hora de entrar en la sala. Nunca había estado en un tanatorio, nunca había tenido la "oportunidad" de ver como era aquello. Entré, vi a familiares, vi que hacía calor, y vi detrás de un espejo un ataúd de madera bastante bonito. Es lo único que vi, porque antes de que mi madre se diese cuenta, me tuve que salir. Me cogí un berrinche enorme (y en verdad ahora que lo estoy escribiendo, se me están cayendo las lagrimas) porque mi abuela estaba allí. Salí y me puse a intentar calmarme, pero...vinieron las aguas, tuve que ir donde mi padre llorando como jamás había hecho, para pedirle un pañuelo y salirme fuera a llorar tranquilamente. Odio la gente que viene a dar el pésame. Lo agradezco, pero me duele, cada vez que veía a alguien decirme algo, las lágrimas volvían a mis ojos.

Después del tanatorio, llegaban unos familiares que queremos mucho (sobrinos de mi abuela). Al saludarlos en poniente...otra de lagrimas...pero quedamos allí para ir a san miguel (al lado de san Benito) que es nuestra parroquia, donde era el funeral por mi abuela. No llevamos el cuerpo, puesto que el entierro era después de comer y preferimos no "moverla". En la iglesia había gente, mucha, a la que ni saludé. Llego la hermana de mi padre, mi tía, y nada más verla se me saltaron las lagrimas, así que a ella también, aunque se hubiese hecho el propósito de no llorar delante de mi madre. Aguanté la misa como pude. Voy a saltarme todos los aspectos idiotas como que el domingo mis padres se fueron del tanatorio porque eso parecía un acontecimiento social debido a que mis tías llamaron a todo el mundo. Voy a olvidar los 30 niños que fueron al funeral a comulgar, alumnos de una de mis tías... en fin...me voy a quedar con lo fundammental, con mi abuela. Después del funeral, fuimos a comer al nuevo de poniente (el de cárnicas poniente). La verdad que hambre no tenia, pero lo que probé la verdad es que estaba bueno, buenísimo.

Después venia la supuesta peor parte. La despedida del cuerpo en el tanatorio y la marcha al cementerio (gracias a quien sea, el cementerio estaba al lado, con lo que no había que hace mucho trayecto). El cura "de la familia" (porque es primo de mi tía y es el que oficia bodas, bautizos, comuniones...y entierros) dijo unas cuantas palabras, y dejo la pregunta en el aire de si alguien quería añadir algo. Evidentemente, todos estaban callados, yo llorando. Mi madre al final fue la única que dijo algo. Entre sollozos, y siendo de las mas pequeñas, la verdad que dijo todo lo que pensábamos. En resumen, que ojala sea cierto que se haya encontrado con su marido, y que daba gracias porque mi abuela no sufrió al morir. Después de esto, todo el mundo fue saliendo, porque se supone que teníamos que ir al cementerio, para inhumarla. Yo nada más que acabo mi madre de hablar, me puse de espaldas a todo el mundo, y de frente a mi abuela. Estaba llorando, me hubiese gustado decir muchas cosas, pero las cosas que tenía que decir eran para mi abuela, no para el resto del mundo. Me quede ahí hasta que todo el mundo se había ido. En concreto yo quería quedarme hasta que entrasen por detrás y se llevaran a mi abuela. Pero vino mi tío (mi padrino) a decirme que teníamos que ir al cementerio. Me quedé el último de todos, con ella, con mi abuela. Pensando en todos los momentos que viví con ella. En todas las anécdotas que si tengo tiempo y ganas quiero plasmar para no olvidarlas. Ahora ya no sentía miedo al ver el féretro, al contrario, sentía paz. Sé que es raro de expresar, pero fue en ese momento en el que acepté que por fin ella está descansando.

Me empeñé en que quería poner una rosa a mi abuela en su tumba. No como el resto de mi familia o conocidos que compraron que si coronas o ramos. Sin embargo, en el tanatorio solo vendían ramos. Mi madre me compro uno, que desmigajamos dando una flor a cada uno de los allí presentes. Esas rosas fueron a la especie de florero que hay en la cruz de las lapidas. Todas menos dos. La rosa de mi madre, y la mía.

Tras un rato de espera, yo estaba en camisa, sin frio y sin nada, porque no sentía nada. Llego el coche fúnebre. Un coche que podrían renovar, puesto que a feo no lo gana ningún otro modelo. Me extrañó que pusieron todas las flores encima de la lapida, pensé que la bajarían en horizontal, pero al llegar allí, solo estaba abierta la parte de delante, una pequeña losa vertical. En este momento, todos los hijos de mi abuela, empezaron a llorar. Una señora, supongo que de la funeraria, rezo el ultimo responso por el alma de mi abuela. En este momento, yo no lloraba, yo no sentía, yo estaba allí, pero creo que mis sentidos se vieron desbordados por la situación. Cogieron a mi abuela, y la introdujeron con unas cuerdas en el foso. Yo estuve al lado de mi madre en estos momentos, y ahora mientras escribo, miro la foto de mi abuela. Mi madre lloraba, daba sepultura a su madre. Una situación muy dura de vivir, pero que viene implícita con la vida. Una vez el ataúd estuvo emplazado en su lugar de descanso eterno, mi madre se acerco a echar la rosa. Yo fui detrás de ella. Seria luto, seria tranquilidad, seria inconsciencia, pero me quede unos instantes delante, mirando fijamente abajo, donde el ataúd yacía tranquilamente. Lancé la rosa, deseando haberla puesto entre las manos de mi abuela. En este instante, me asalto una duda que llevaré siempre en mi cabeza. Por qué no vi a mi abuela fallecida? Tengo la certeza de que su cara de paz me hubiese tranquilizado. Aunque creo que ella desde donde esté lo agradece. Seguro que hubiese puesto a parir hasta el final de los días a la persona encargada de maquillarla, que para eso mi abuela era muy perfeccionista.

Una vez todo el ritual hecho, la losa puesta de nuevo en su sitio y los lloros calmados por las personas queridas, la gente se fue yendo hacia los coches. Yo, para variar, volví a ponerme delante de mi abuela. O mejor dicho, de la lapida en la que descansa su cuerpo junto con el de mi abuelo y de nuevo volví a entablar una "conversación" con ella. Volví a quedarme solo, pero esta vez, pensé en lo coqueta que siempre fue mi abuela, así como ordenada, y decidí que las flores no estaban bien colocadas. Organicé los ramos y demás de tal forma que un centro de rosas quedase en el centro, bien visible. Las rosas siempre fueron las preferidas de mi abuela. De seguido cogí una de las rosas del florero y la clavé en el centro de rosas, para que sobresaliera. Cual bandera de luto. Y me fui.

Espero que esté donde esté haya encontrado a las personas que buscaba. Deseo que esté bien, sin dolores, sin cansancio. Y también deseo que ahora que sé que se va a encargar de protegernos y cuidarnos, no esté decepcionada conmigo, su nieto favorito, al haberse enterado que soy homosexual. Espero que pueda entenderme, y que me siga queriendo como antes.

Hasta pronto Abu!! Te quise y tengo la suerte de tener muchos recuerdos que lo avalan. Te quiero y tengo la suerte de tener "amuletos" tuyos que me ayudan a pasar el periodo de duelo. Y te querré por siempre jamás.

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