miércoles, 11 de marzo de 2009

Una carta para mí (escrita por mi?)

Qué raro!- es lo primero que pensé al recibir una carta- Hacía mucho tiempo que nadie se acordaba de mí.

Como últimamente, estaba otra vez teniendo una conversación conmigo mismo. Algunos de mis amigos me han dicho en repetidas ocasiones que debería ir al médico, puesto que no es normal, pero precisamente en mi fuero interno, creo que me sirve de terapia para todas mis paranoias mentales.

Abrí la carta, el remitente me dejó un poco perplejo. Era YO. Cada vez me intrigaba más esta carta que iba en un sobre naranja. O bien era una broma pesada, o ya no tengo memoria, ya que no recuerdo haberla escrito.

Con toda la intriga, desplegué el folio y me dispuse a leerlo. Nada más comenzar me fijé en la fecha 10 de Marzo de 2009, no podía ser, si nosotros estamos a 26 de Septiembre de 2007. Ante esta rara percepción, empecé a sentir miedo, puesto que la letra era la mía.

La dirección era parisina, o al menos esa ciudad aparecía en el remite. No podía ser, era lo último que necesitaba el día antes de comenzar mi aventura. Ya estaba yo lo suficientemente nervioso e inaguantable, para que alguien me gastase una broma “del futuro”. Ya tenía las maletas hechas, pero sobre todo, más que equipaje, lo que llevaba era exceso de miedo. Jamás me había parado a pensar en el momento de pedir la beca, los momentos de angustia que pasaría al dejar por primera vez mi casa, mi familia, mi ciudad. Y mucho menos quería que una broma pesada me hiciese romper a llorar una vez más.

Me tomé unos minutos para dilucidar si quería continuar, o si sería mejor guardarla en un cajón. Supongo que sería el afán de cotilleo el que me llevó a tomarme varios minutos para leerla tranquilamente, intentando fijarme si las expresiones eran mías, o si simplemente alguien había copiado mi letra para gastarme una broma pesada.

Al acabar de leerla, termine perplejo, era yo, eran mis expresiones, o bueno, al menos algunas de ellas, puesto que otras parecían un poco indio, palabras extrañas se habían colado, y aún siendo mía, noté una madurez que no me pertenece.

Poco más hice ese día, fueron quizás las palabras que necesitaba oír. El viaje no tenía vuelta atrás, pero esa noche dormí con mi sobre naranja debajo de la almohada, esperando que por ósmosis las palabras que contenía se infundiesen en mi cabeza y me diesen aquel valor del que hablaban.

No hay comentarios: